domingo, febrero 18, 2007

Monólogo de un jacobino


...Y bien, tratan de comprarme, de disuadirme con supuestos privilegios, pero no voy a capitular. Estoy seguro de que vendrán pronto las órdenes de exterminio, no sólo contra nosotros, sino contra cualquiera que tenga alguna gota de nuestra noble sangre africana. Mameluco, tercerón o cuarterón, grifo o marabú, todos seremos condenados a muerte. Pero no importa. Es esa la fatalidad que ahora desafío. Me encuentro por fin con el destino del que me hablaba el viejo Pierre Baptiste, quien me enseñó rudimentos de francés, latín y geometría, allá, en los agónicos años de la plantación.

La vida no deja cabos sueltos. Todo encaja. Todo se usa aunque parezca superfluo. Nada se pierde. Conozco bien los nombres de las plantas curativas que usaba mi padre para morbos y contras, así como sus secretos modos de preparación. Me han sido útiles y sé que seguirán ayudándome mucho esos saberes vegetales que hacen de mí un médico reconocido, como a Cristophe lo ayudará en esto su experticia de buen cocinero, de sabedor de ollas y recetas.

Conozco también las frases del abate Raynal que me dan aliento en esta hora y ya eso las justifica : “Sólo es necesario un hombre valiente. ¿Dónde está?”. Ese hombre soy yo. Ya mi apellido no será Bréda. Tengo en mis manos la llave para abrirle a mi raza las puertas del reino de este mundo.

Hermanos, amigos, yo soy Toussaint L`Ouverture, mi nombre quizás os resulte conocido. He iniciado la venganza. Quiero que la Libertad y la Igualdad prevalezcan en Santo Domingo. Lucho por darles vida. Uníos a nosotros, hermanos, y aliaos a nosotros en la misma causa.

Su muy humilde y muy obediente servidor.
TOUSSAINT L`OUVERTURE,
General de los Ejércitos del Rey,
por el Bien Público.

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