viernes, junio 22, 2012

Virgilio

CY TWOMBLY, de la serie VIRGIL

¿Me despertó la luz de la cocina? ¿O fue la lluvia que cayó esta madrugada? Sentí la dicha del agua compasiva y respiré el aire limpio. Abrí ventanas. Leí unas páginas con sol y con arena y en ellas aparecía Virgilio.

Hará unas dos semanas había buscado inútilmente este bello libro de Sánchez Robayna (Palmas sobre la losa fría) que ahora tengo en mis manos. Me alegran estos encuentros imprevistos.

Ya no llueve. Tampoco estoy frente al Turbio. No sólo el tiempo se transfigura.

Estoy frente a un muro donde Twombly escribió el esplendor,

una palabra que no se borra: Virgilio.

martes, junio 12, 2012

Día luminoso en Boston

Robert Lowell. Foto de Alfred Eisenstaedt

Abro a Robert Lowell porque lo tenía entre el montón de volúmenes que anoche puse sobre la mesa. Ahora no sé por qué bajé ese libro de Lowell. Tal vez porque buscaba el poema acerca de los Arnolfini. No estoy seguro.
 
Abro el volumen y me encuentro con un día luminoso:
 
Me alegra pasear sin rumbo fijo

por Boston mientras pienso en Henry Adams,

de joven, con el blanco brazalete de seda,

que, casi sin notarse, exhibió un día entero

por la liberación de los esclavos”.

Me gusta esa imagen del flâneur bostoniano que deja al azar la ruta de su ocio, el discreto paseo de la elegancia civil.




lunes, junio 11, 2012

Ferrater y pizza Dobry


1. Leo dos libros del argentino Edgardo Dobry. Alterno uno de ensayos (Orfeo en el quiosco de diarios) con otro de poemas (Pizza Margarita).

Dobry vive o ha vivido en Barcelona. Hace pocos días publicó en El País una muy buena nota sobre Lorenzo García Vega, con motivo del fallecimiento del escritor cubano. Me interesa del primer libro su inteligente acercamiento a la poesía de Gabriel Ferrater, su atenta y aguda lectura al lúcido y metapoético Poema inacabado, el rastreo del viaje medieval de Ferrater, el afilado contraste entre la teoría poética ferrateriana de la claridad y la inevitable complejidad de muchos de sus poemas.

Cabreado con los realistas sociales, pero también con cierto surrealismo español, Ferrater se va a la Edad Media con su amigo Jaime Gil y se trae formas frescas para narrarnos las experiencias de su presente hostil y “fablar en roman paladino”, con la ironía y gracia que los años de postguerra habían proscrito. Dobry nos llama la atención acerca del poema donde Ferrater se refiere a Borges y a Robert Lowell como “aristócratas” y “patricios” y se ve a sí mismo como un “plebeyo” hundido en un pozo de miedo que sólo dice “generalidades”. Para Dobry la adhesión de Ferrater a la poesía medieval era un modo decirnos “esto es vivir como en la Edad Media”. Puede ser, pero cabe también otra posibilidad para explicar esa devoción de Ferrater: la necesidad de encontrar en la edad Media ejemplos literarios menos “literarios” y lugares comunes de la vida, sin tantos rodeos intelectuales.

Total, Dobry me llevó al Poema inacabado de Gabriel Ferrater para leer de nuevo que Helena se fue con su falda de tergal y su jersey verde a rendir examen sobre Erec y Enid, el primer “roman courtois” de las letras francesas.

2. Paso al libro de poemas. Seré breve. Un 11 de junio se sirvió la primera pizza margarita. No sé si hoy (11 de junio también) me coma una. Lo cierto es que celebro tal fasto culinario, leyendo el poema donde Edgardo Dobry nos recuerda su eponimia:

Pizza Margarita

Ce qui est ferme est par le temps destruit,
et ce qui fuit, au temps fait resistance
Joachim du Bellay

El once de junio de mil ochocientos ochenta y ocho
Margarita de Saboya, primera reina de la Italia unificada,
llegó a Nápoles en visita solemne. Rafaele Espósito,
cocinero del palacio real de Capodimonte,
creó en su homenaje una pizza
con los colores de la flamante bandera:
blanco (la muzzarela), rojo (los tomates)
y verde (la albahaca). Hoy nadie
al Espósito maestro, pero miles
de pizzas Margarita se devoran cada día.
Dichosa reina de una nación
recién unida en Estado:
no inmortalizada en duro bronce
sino en crujiente engrudo.
Tu recuerdo no es cosa de eruditos:
millones de hambrientos te invocan cada día.
Y mientras se arruinan los palacios
y nadie molesta el sueño de los versos
vive tu nombre en la perpetua deglución.

EDGARDO DOBRY

domingo, junio 03, 2012

Machado de Assis

El bibliómano camina por el centro de Río de Janeiro. Es un hombre flaco que no ama otra cosa fuera de los libros.
Machado de Assis camina sin rumbo fijo y todas las calles lo conducen a una librería.