miércoles, enero 14, 2015

La Divina Pastora


Leonardo Figueroa. Divina Pastora
La buscamos en Santa Rosa para que nos acompañe por un tiempo, conforme al pacto divino que nos permite estar bajo su manto.  

Hoy es el día de nuestra fiesta mayor, el día en que el misterio del alma nos ilumina, creyentes como somos de una belleza venerada que nos orienta en secreto. 

En campos de zafiro, la Divina Pastora pasce estrellas 

Dios te salve, reina y madre.
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BARQUISIMETO ES UNA FIESTA

“Un barquisimetano puede creerse ateo, pero cree en la Divina Pastora”.
Con esa frase inicia Salvador Garmendia una bella estampa sobre lo que significa el 14 de enero en la ciudad de sus memorias de Altagracia. Poco antes de ir a Santa Rosa para nuestro ritual de siempre, comparto esas líneas pastoreñas de Salvador:
 Para el niño que fui hace muchos años, esos días divinopastoriles eran un estado de gracia, que transformaba nuestras desoladas calles en alegres y despreocupados ríos humanos en permanente ebullición festiva. Los señores en sus limusinas paseaban al crepúsculo, las bandas resonaban en las plazas, había arcos de palmas en las esquinas, todas las ventanas estaban abiertas, las salas de las casas olían a trementina y a flores cortadas, mientras los personajes de la calle mostraban sus harapos milagrosamente renovados y limpios, como si la Virgen los tocara al pasar… 
(…) 
Por las noches era difícil conciliar el sueño. Demasiadas emociones apretadas en un solo día y la ilusión de que todo había cambiado y que la vida iba a ser una fiesta de ahora en adelante… Sólo que la realidad volvía una semana después, los aromas de la calle desaparecían y eran sustituidos por una emanación acaso más cercana a nosotros, que dejaba a su paso algún arreo de burros o una yunta de bueyes. El tiempo se dormía en las calles. Barquisimeto era otra vez nuestra pequeña ciudad apacible. La Pastora volvería el año entrante 
Salvador Garmendia 
 (Ayer, hoy y siempre en el libro Así es Barquisimeto, Edit. Diagrama, Caracas, 1994)