Me fumo un habano. Es un cohiba (el año pasado me traje una caja que hoy abrí). Estoy disfrutándolo lentamente, como debe ser. Humo y olor.
Una vieja sensación se apodera de mí. La reconozco pero no sé definirla. La gozo. Impregno con ella el cuarto.
Como dijo alguien, fumo mi habano con los cinco sentidos. Lo huelo, lo toco, lo oigo, lo miro y lo saboreo. Y es puro puro mi habano solitario de esta tarde. Por él asisto a una antigua ceremonia. Por él puedo saludar sin miedo a Proserpina.
Compañero del hombre lo llamó Martí.
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