Las morochas Minh Thai se están cayendo de la borrachera. Digo que ya no hay fuerza humana capaz de sostenerlas, pero miento. Ellas mismas poseen esa fuerza. Casi se caen, pero no se caen. Vuelven sobre sí mismas y siguen como nuevas su camino por la Rue de Buci, trastabillando. Son un milagro en la memoria parisina. Luisana les puso nombre una noche y yo no las olvido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario