En realidad no sé bien dónde me encuentro. Lo cierto es que nunca salgo de esta extraña casa, con numerosos pasadizos y con salas abarrotadas de libros. No me acompañan ni muebles ni animales. Todas las puertas (que por cierto, son muchas) permanecen abiertas día y noche. Sé que en la calle hablan de mí y se tejen historias increíbles sobre mi origen. Han dicho que soy un minotauro y que estoy sentenciado a muerte. Nada más lejos de lo verosímil. Con frecuencia ritual y calculada, alguien, a quien nunca he visto, me toma en sus manos y me obliga a entretenerle por varias horas. De alguna manera ese es mi alimento: servirle a las personas. Alguien ha anunciado mi redención. Desde entonces deseo que ésta ocurra pronto. Mientras tanto, sigo en el centro de la casa.
Es domingo. El sol está entrando por el balcón. Unas manos que conozco entran por mí y no me encuentran.
-Cuchi, ¿dónde está el monstruo verde?
-Se lo llevó Luisana para Mérida.
Otras manos, secretamente, pasan mis páginas.
Es domingo. El sol está entrando por el balcón. Unas manos que conozco entran por mí y no me encuentran.
-Cuchi, ¿dónde está el monstruo verde?
-Se lo llevó Luisana para Mérida.
Otras manos, secretamente, pasan mis páginas.
5 comentarios:
El monstruo verde y el triptico (Leí el post en el otro blog). Dos simbolos inolvidables del B-21 de Arca del Valle. Simbolos de un tiempo, casi una era
Así es, querido y fiel amigo.
Un abrazo fuerte.
que bello post,quisiera tener un monstruo verde...
Un abrazo artaudiano, querido Oliveira.
Yo tengo uno! Y me sirve de libro oracular también.
Abrazo.
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