Granada. Generalife
El toledano acaba de conocer por su amigo Juan una insuperable maravilla e imagina el gusto que ella habrá de depararle. Así, comienza a ensayarla con pie firme. Se le pone -con razón- que muy pronto será suya, y agradece a Dios que al embajador de la Serenísima se le haya ocurrido confiarle a Juan este prodigio.
Es el año 1526 y en la corte carolina de Granada están sonando ya endecasílabos.
Es el año 1526 y en la corte carolina de Granada están sonando ya endecasílabos.
Cuando Dámaso Alonso se refiere al hecho anterior en un bellísimo ensayo sobre Garcilaso, se emociona, y al describir el instrumento que, vía Navagero, había llegado de Italia a oídos de Boscán, desliza en su prosa una frase que tomo para mí como la mejor definición de dicho metro. Esa frase es, por cierto, un redondo endecasílabo:
Dulce violín de musical madera.
Provoca asaltar a Garcilaso y responder:
Sonora prenda por Alonso hallada.
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