jueves, diciembre 27, 2007
Una buena repregunta referida por Hiriart
-¿La conoces? -pregunta el ansioso enamorado cargado de reconcomios.
-Nada más de vista -le contesta el presunto rival.
-¿A qué distancia? -pregunta el curioso pertinente"
(Hugo Hiriart, Cuadernos de Gofa)
domingo, diciembre 16, 2007
Pascua donde no se nombra al Mesías
jueves, diciembre 06, 2007
Víctor Serge y lo invencible

domingo, noviembre 25, 2007
El niño peronista y el barroco

sábado, noviembre 24, 2007
Pequeña confesión a la sordina...

sábado, octubre 27, 2007
Es infinita esta riqueza abandonada

Abro en este momento el volumen de Cómico de la lengua que compré hace dos semanas en la amable librería Prometeo de Palermo. Al leer las primeras líneas recuerdo que el pasado 15 de octubre había intentado comenzar la lectura de la novela durante el vuelo Buenos Aires-Caracas. Lo recuerdo exactamente, entre otras cosas, porque cuando me topé en esa ocasión con la primera página, se me apareció, como siempre, el azar concurrente. Leí lo que ahora leo de nuevo: “…el anochecer (la caída de la tarde, el crepúsculo) del día quince de octubre…)". Y sigo la lectura de una página que remite a su propia escritura o a cómo describir la lentitud que Nacha Ortiz empleó esa tarde en desvestirse.
Nuevamente volvió por sus fueros el azar concurrente. Antes de concluir esta breve anotación quise verificar la cita de Edgar Bailey. Fui a la biblioteca y busqué su Obra Poética editada por Corregidor. La encontré –lo juro- debajo de dos libros de Néstor Sánchez: Siberia blues y Nosotros dos.
Es infinita esta riqueza abandonada.
sábado, octubre 20, 2007
Dedicatorias de Borges
“De la serie de hechos inexplicables que son el universo o el tiempo, la dedicatoria de un libro no es, por cierto, el menos arcano. Se la define como un don, un regalo. Salvo en el caso de la indiferente moneda que la caridad cristiana deja caer en la palma del pobre, todo regalo verdadero es recíproco. El que da no se priva de lo que da. Dar y recibir son lo mismo.
Como todos los actos del universo, la dedicatoria de un libro es un acto mágico. También cabría definirla como el modo más grato y más sensible de pronunciar un nombre. Yo pronuncio ahora su nombre, María Kodama. Cuántas mañanas, cuántos mares, cuántos jardines del Oriente y del Occidente, cuánto Virgilio”.
En su último libro (Los conjurados) Borges afirmó que la dedicatoria es un misterio y una entrega de símbolos. Mucho antes, en 1960, había escrito un sueño que fue a la vez un relato prodigioso, un tributo y una dedicatoria literaria reparadora y justa. Me refiero, desde luego, a la página espléndida en la que Borges le entrega El Hacedor a Lugones y éste, que se había suicidado 22 años antes de esa ofrenda inesperada, la acepta gustoso.
Fuentes y el arte (o el ardid) de la dedicatoria

Mi admiración por Luis Buñuel encontró un día en Carlos Fuentes las frases precisas que me permiten desde entonces expresarla con elocuencia que agrada y comunica. Las hallé en la dedicatoria de su libro Las Buenas Conciencias. Allí está escrito: “A Luis Buñuel, gran artista de nuestro tiempo, gran destructor de las conciencias tranquilas, gran creador de la esperanza humana”. Creo que esa frase comprende un universo o, por lo menos, cuanto sigue: una filosofía estética en pocas líneas, una biografía en tres pinceladas y un ejercicio del elogio y del afecto que se explica a sí mismo. Todo eso -y más- es esa dedicatoria admirativa, que aprovecha el título de la novela para contraponerle un atributo “buñueliano” y establecer el centro perdurable de una obra (la de Buñuel).
A Buñuel siguió dedicándole libros Carlos Fuentes. Si bien Diana o la cazadora solitaria no tiene nada escrito en forma convencional de dedicatoria, un enorme “In Memoriam” por la actriz Jean Seberg se desprende de sus páginas... En ellas encontramos, además (y por esto viene al caso), una presencia sabia: la de Luis Buñuel. El inevitable surrealista español es un personaje de la novela. En ella hace de amigo y consejero del autobiógrafo que, como suele ocurrir, perdió la cabeza por una mujer.
Seguramente habrá otros libros de Fuentes con dedicatorias o alusiones a Buñuel o algún relato que ahora se me escapa. Lo cierto es que, más allá de las dedicatorias, varias son las obras “buñuelianas” del mexicano. Entre ellas incluyo a Aura y Cumpleaños, no dedicadas a Buñuel, pero asociables plenamente al genial aragonés. También puedo recordar Terra Nostra, esa película de Luis Buñuel magistralmente llevada a la escritura por Carlos Fuentes. Está dedicada “a Sylvia” (así, sin más) pero la antecede una nota de reconocimientos, que en mi opinión, constituye también una dedicatoria, una copiosa dedicatoria que es también un borgeano poema de los dones. Copio una parte:
“A Luis Buñuel y Alberto Gironella, por las conversaciones en la Gare de Lyon que fueron el espectro inicial de estas páginas; a Carlos Saura y Geraldine Chaplin, demiurgos del pastelón podrido de Madrid; a María del Pilar y José Donoso, Mercedes y Gabriel García Márquez, Patricia y Mario Vargas Llosa, por muchas horas de extraordinaria hospitalidad en Barcelona; a Monique Lange y Juan Goytisolo, por el refugio de la rue Poissoniére; y a Marie José y Octavio Paz, por un estimulante e ininterrumpido diálogo a lo largo de los años. // A Roberto Matta, propietario del mapa de plumas de la selva americana, que en realidad es una máscara; a José Luis Cuevas y Francisco de Quevedo y Villegas, porque el genio y la figura de su encuentro sepulcral acudieron a mi llamado de auxilio en los momentos difíciles...”.
La dedicatoria en Fuentes es ofrenda y reconocimiento, afecto y homenaje. También es poesía de las maravillas cotidianas. Por esto último no se me olvida jamás la sencilla dedicatoria de Cumpleaños, con la que concluyo esta primera aproximación al tema:
“A Shirley MacLaine, recuerdo de la lluvia en Sheridan Square”.
sábado, octubre 06, 2007
Emilio Gauna murió en Palermo

acuchillado en un mano a mano que se arrastraba de años atrás".
Era contemporáneo de Borges y seguramente había escuchado historias de los más afamados cuchilleros de Palermo, como ese protervo "amigo" suyo llamado Valerga. Le hubiera encantado, sin duda, El Sur, un cuento formidable y letal en el que habría visto anunciado su coraje y su destino. Creo que la mitología porteña del héroe lo abrumaba.
Emilio Gauna dudó de su propio arrojo y quiso desmentirse. Tuvo éxito. Tanático, pero también cartesiano, sabiamente se dejó ahogar por la ebriedad de la fiesta.
Con brillantez, Adolfo Bioy Casares lo concibió y mató en El sueño de los héroes. Después, a Gauna lo llevaron al cine y lo cantaron gracias al maestro Jaime Roos. Podemos decir sin equívocos que también tuvo éxito en esos nuevos escenarios.
Según Adriana Varela, donna della voce rauca, a Emilio “el dolor se le fue como por artimaña”.
Y yo, por lo mismo (por artimaña), intento hoy este post nostálgico que dedico a mi querido amigo Juan Carlos Cadeiras, quien conoce todos los vericuetos de esa hermosa galaxia inabarcable que orgullosa y porteñamente llaman Palermo.
domingo, septiembre 23, 2007
Sergio Chejfec y Venezuela
domingo, septiembre 02, 2007
Abuelidad

sábado, septiembre 01, 2007
Guillermo Martínez, el tenis y Borges
sábado, agosto 25, 2007
Bajo el signo de Olivia
Bajo el signo de Borges. Olivia, veinticinco de agosto, 2007. Borges, que nació el 24 de agosto, inmortalizó también el día siguiente con su cuento Veinticinco de agosto, 1983. Como recordarán sus lectores, en él, nuevamente Borges se encuentra con Borges, como en El otro. Los viejos temas suyos del doble y del tiempo abismal persisten en ese sueño perdurable.
Jubilosa e inexorablemente, Martín y Maito se encontraron con ellos mismos en Olivia (y en vigilia), hoy, 25 de agosto del 2007.
Olivia
Olivia.
Bienvenida.
Toda nuestra alegría y un fuerte abrazo para sus padres Maito y Martín.
domingo, agosto 05, 2007
Ipanema camina en la memoria
domingo, julio 15, 2007
El íntimo cuchillo en la garganta
...Creo que estoy asistiendo a una de esas jornadas trágicas de Argentina. Brasil hace faltas, pero no se ven. Argentina domina el balón, pero no concreta. El equipo argentino no parece el equipo argentino. Brasil le ha puesto escollos por todas partes y Argentina no ha sido capaz de vencerlos. Quedan 15 minutos. La cosa está cuesta arriba. Habrá que conformarse con lo que llaman “el gol de la honrrilla”, pero éste tampoco aparece. Riquelme acaba de hacer un remate que se va por encima del arco. Nada... Llegó el gol de Argentina. Lo mete Messi, pero un juez de línea uruguayo se lo quita, equivocándose ostensiblemente como lo dice Panchi Blavia. Lo demuestra con el video que acaba de verse. Le robaron el gol a Argentina. Eso forma parte de este libreto de fatalidades... Tiro de esquina a favor de Argentina. Nada… Falta contra Messi… Ahora quedan tres minutos, más tres de descuento. Falta a favor de Argentina… Creo que ahora Argentina meterá el gol de la honrrilla. Ya viene, ya viene… Riquelme cobrará. No. Le pegó arriba... Faltan cuatro minutos...
Esto parece que va a quedar así. Ya acaban de anunciar los tres minutos de descuento... En tres minutos no se meten tres goles. Bueno. En tres minutos se pueden meter tres goles, pero en la literatura fantástica, no en el terreno de juego, ni menos todavía en el Pachencho Romero, atiborrado de venezolanos que van a Brasil... Pienso que otra cosa hubiese ocurrido si el juego final se hubiera realizado en el amable estadio de Barquisimeto...
Ya cae el telón. El íntimo cuchillo en la garganta.
(Fragmento final de la anotación que hice en mi diario durante el juego fatídico)
sábado, julio 14, 2007
Argentina en la final de la Copa América
Me lo dijo ayer Lázaro Alvarez y lo celebré con deleite:
"Lo justo sería que la final de la Copa América se jugara entre la selección argentina y su banca, sin duda, los dos mejores equipos de esta competencia".
No parece necesario añadirle nada a la sentencia del poeta.
Pero volvamos a la realidad y demos la palabra al camarada Víctor Hugo Morales:
"Tatatatatatatatatatata, que sea que sea que sea que sea".
Y será. Será mañana, domingo 15.
Después iremos todos en peregrinación a Rosario para recordar a Doña Celia y para besar el vientre sagrado de su hija, Celia también, como las buenas madres rosarinas. Así lo estará pensando en este instante Guy Monod, quien nos acompañará a Rosario, pero sólo para elogiar el vientre sagrado de otra Celia. Guy viajará afligido, por razones brasileñas que le entendemos y le respetamos.
(Un espacio, no por último menos importante, para su majestad Riquelme).
sábado, junio 30, 2007
Niemeyer centenario
domingo, junio 24, 2007
Campos de mis abuelos que todavía guardan el nombre de Acevedo
Cuando pasé por Villa de Cura pensé en Zamora y en Bolívar Coronado, en Helen Mendoza de Iribarren y en Félix Valderrama.
sábado, junio 09, 2007
Sanoja, in memoriam
viernes, junio 01, 2007
Pensar el barroco, barroquizar nuestro tiempo


Repensar a nuestros pueblos a partir de una crítica de la modernidad, indagar nuevamente en la tradición barroca mexicana, retomar el humanismo de Marx abandonado por ciertos marxistas, filosofar desde la cultura, imaginar nuevas formas de organización social y continuar la gran tradición latinoamericana del ensayo literario generoso en pensamiento. Eso y más son algunas de las tareas propuestas por Bolívar Echeverría en su exclente libro Vuelta de siglo.
lunes, mayo 07, 2007
Notas del diario para mi nieta

Cuchi y yo fuimos hoy a ver coches para bebés. Resulta que desde hace unos días sabemos que nuestro nieto será nieta. Estando yo en Buenos Aires me enteré por Martín. Despejada la duda, ya podemos mirar en las tiendas la ropa adecuada. Hoy Cuchi le compró los primeros zarcillos.
¿Qué nombre le pondrán a nuestra nieta? Propongo que le pongan Federica. Me gusta ese nombre. También a Cuchi. De paso, así reivindicarían el nombre de este abuelo, que no debió llamarse Freddy sino Federico.
A Cuchi le gusta Inés.
Yo digo Adela y ella responde que Luisa Adela no está mal. Esos nombres recuerdan por azar (concurrente, desde luego) a una tatarabuela de nuestra futura nieta y a una tía tatarabuela: Doña Luisa y madrina Adela, madre de papa Paco y tía de Aída, respectivamente.
Convenimos Cuchi y yo en que lo bueno es que ambos sabrán escoger un bello nombre, y no uno de esos que dicta la moda. Cada época tiene los suyos. Hasta hace poco proliferaban las María Laura. Cree Cuchi que ahora comienzan a aparecer las Valeria, tal vez por un personaje de telenovela. Le comento, entonces, que Ramón Guillermo se adelantó en más de tres décadas porque Valeria se llama su hija mayor, más o menos contemporánea de Martín.
Si de flores se trata, por qué no poner el nombre de Cala a una hija, se pregunta Cuchi. Digo en voz alta el nombre: Cala Castillo Rodríguez. No suena mal. Creo que Cala suena bien con todo, especialmente con María. Sabemos que esta combinación tiene una carga: la de aclarar que no es María Callas sino Maria Cala. Solución: Cala María. Sin embargo, no es nada descartable María Cala.
Recordó Borges que Dante hizo una vez el juego de escribir muchos nombres femeninos (60) para esconder entre ellos el de su amada y pronunciarlo en secreto. ¿Qué nombres escribiría Dante en esa ocasión? No lo sé. Lo cierto es que decir tantos nombres para sólo decir Beatriz es un bello acto de amor. Borges, a su vez, dijo el nombre completo en El Aleph. Memorablemente exclamó: “Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges”.
Y ya que mencionamos a Borges, no está mal el nombre de Estela. A Estela Canto dedicó Borges el famoso relato donde aparece la conmovedora declaración de amor que acabo de citar y cuyo primer párrafo es el mejor comienzo de cuento que se haya escrito jamás en cualquier idioma.
Por la “E” de Estela me acuerdo de Elisa (“Elisa, vida mía”, verso de Garcilaso que le sirvió a Carlos Saura para titular una película) y también de Elena que, con “H” o sin ella, nos lleva a Troya y a Homero.
Siguiendo con la “E”, el nombre de Eloisa es, sin duda, el que me gusta más. Me recuerda a Eloísa, la de Abelardo y toda su leyenda amorosa, pero también a Eloísa, la hermana de mi tío abuelo Abelardo, nombres que –por usarlos para sus hijos- convirtieron a Valentín Castellanos en el más interesante de mis bisabuelos.
Los nombres de Estela, Elisa y Elena permiten fácilmente compañía. Eloísa se basta a sí mismo.
Creo que el nombre de Cecilia siempre suena bien. En todas las épocas ha sonado bien. No en balde tiene mucho que ver con la música. Solo o acompañado, es un nombre bello, impecable, intemporal y femenino.
Y hablando de música, ¿cómo olvidar a Filomena, el ruiseñor o la ruiseñora?
Quedan siempre los viejos nombres de Inés y de Isabel, solos o en compañía, breves y totales.
Y también los de Juana y de Manuela, que, juntos, no se reponen todavía de su fuerte carga masculina, a pesar de que así se llamó una escritora argentina, según algunos la mejor narradora hispanoamericana del siglo XIX: Juana Manuela Gorriti.
Le haré llegar estas chocheras de abuelo a Martín, con la libertad que me da el hecho de que tanto su personalidad como la de María Antonia están por encima de cualquier intromisión (o supuesta tal) en un acto tan bello y personal como es el de darle nombre a los hijos.
No le haré llegar estas chocheras de abuelo a Martín.
martes, abril 10, 2007
Robinson Jeffers en Punta Carmelo

10-04-07: Abro un libro. Es una antología de Robinson Jeffers, publicada en México por Libros del Umbral. La traducción al castellano es de Alberto López Fernández y Pablo Soler Frost. Antes lo había traducido Agustí Bartra, según informa Soler Frost en la introducción a este volumen. En ella, por cierto, se cita el poema que Czeslaw Milosz le dedicó a Jeffers.
Poeta de la costa californiana, este norteamericano conservador que admiraba profundamente a Whitman creyó que “sentir y hablar de la asombrosa belleza de las cosas -tierra, piedra y agua, hombre y mujer, sol, luna y estrellas- … es el único asunto de la poesía”. Lo acabo de leer en su poema La belleza de las cosas.
Disfruto nuevamente los versos de Robinson Jeffers que le sirvieron de epígrafe a Wichy Nogueras para un estupendo poema que también debe a Jeffers el memorable título. Amar al cisne salvaje sigue siendo una bellísima divisa.
Copio el poema de Jeffers:
AMA AL CISNE SALVAJE
“Odio mis versos, cada línea, cada palabra.
Oh pálidos y frágiles lápices intentando siempre
la curvatura de una hoja de hierba o la garganta de un pájaro
que se suspende en la rama, erizado contra un blanco cielo.
Oh quebrados y crepusculares espejos siempre por atrapar
un color, un raudo destello del esplendor de las cosas.
Cazador desafortunado, oh balas de cera,
la belleza del león, las alas del cisne salvaje, la tormenta de las alas”.
-Este cisne salvaje del mundo no es presa de cazadores.
Mejores balas que las tuyas errarían el blanco pecho,
mejores espejos que los tuyos se quebrarían en la flama.
¿Acaso importa que te odies a ti mismo? Cuando menos
ama tus ojos que pueden ver, tu mente que puede
oír la música, el trueno de las alas. Ama al cisne salvaje.
Anoto un topónimo de Jeffers: Punta Carmelo (“Este hermoso lugar desfigurado por un brote de casas suburbanas, qué hermoso cuando por primera vez lo contemplamos”).
Nos vemos en Punta Carmelo.
lunes, abril 09, 2007
Jauretche y la "inteligentzia" de siempre

Leo a Jauretche, intragable para ciertos argentinos, pero necesario. Reviso páginas de varios de sus libros. Pasión y lucidez. A veces, más lo primero que lo segundo, pero siempre interesante, inteligente, divertido.
Con un ligero retoque en fechas, nombres y lugares, algunas páginas de Arturo Jauretche podrían parecer escritas para recusar a los intelectuales venezolanos que alguna vez fueron de izquierda, y que hoy, junto a viejos adalides de la derecha, tienen la avilantez inexplicable de atribuirse el monopolio de la inteligencia. Si hacemos el ejercicio indicado obtendríamos un elocuente ensayo acerca del "antichavismo culto" que ejercen los ilustres rastacueros criollos, incluidos aquellos que se defienden diciendo que sólo los imbéciles no cambian de opinión, como si se tratara de eso simplemente y no de ideales, como si se tratara de pareceres y no de valores. Nada nuevo bajo el sol.
Copio a Jauretche:
“Hubo un sector de la clase media que se sintió el más agredido. La ´inteligentzia´, desde el profesor universitario al maestro de escuela, pasando por el grueso de los profesionales, periodistas, artistas, se resintió en su subjetividad de depositario de la ´cultura´ y fabricó una interpretación a la medida de sus aptitudes, de izquierda a derecha, y sin que sus diferencias doctrinarias impidieran la unanimidad del pensamiento. // (…) Así, Perón era indistintamente Franco, Hitler, Mussolini, Rosas o Facundo (…) Lo que no se les ocurrió, ni se les podrá ocurrir nunca, era que se trataba de un hecho original y propio del país y de una transformación inevitable que estaba en la naturaleza de las modificaciones en las formas de la producción y del consumo. // Esta interpretación del hecho por la ´inteligentzia´ común a la izquierda y a la derecha, revela existencia de una plataforma mental que no está dada por las ideologías particulares, sino por presupuestos generales que las unifican en un status de compenetración recíproca y convivencia que se repite cada vez que se encuentra frente al país real. Fue la repetición, a escala más grande porque era más profundo el proceso, de la actitud que adoptó la ´inteligentzia´ frente al yrigoyenismo en su oportunidad”.
(Arturo Jauretche, El medio pelo argentino)
viernes, abril 06, 2007
Compañero del hombre

Una vieja sensación se apodera de mí. La reconozco pero no sé definirla. La gozo. Impregno con ella el cuarto.
Como dijo alguien, fumo mi habano con los cinco sentidos. Lo huelo, lo toco, lo oigo, lo miro y lo saboreo. Y es puro puro mi habano solitario de esta tarde. Por él asisto a una antigua ceremonia. Por él puedo saludar sin miedo a Proserpina.
Compañero del hombre lo llamó Martí.
sábado, marzo 31, 2007
Museo de las hetairas
Era frecuente verlas, al alba,
desayunando un chocolate con churros
en la confitería Vesubio de la calle Corrientes.
(Horacio Ferrer, La última grela, versión de Susana Rinaldi)
sábado, marzo 03, 2007
Monólogo de otro jacobino
…Dije que iba a perdonar a todos los franceses que estaban escondidos. No me quedaba otra cosa, aunque me disgustara andar fingiendo. En el pasado mes de octubre fui coronado emperador del reino de este mundo...
Desde Filadelfia comerciantes y agentes de aduana me enviaron la corona. Los ingleses me regalaron la toga que lucí cuando entré triunfal a Le Cap en una hermosa calesa tirada por seis caballos. Mis generosos amigos estaban encantados por el precioso agregado que le hice a nuestra declaración de independencia: “Paz para nuestros vecinos. Pero maldito sea el nombre de Francia”.
Hay que acabar con los blancos y eso hice, cuidándome mucho de salvar a británicos, a estadounidenses y a uno que otro sacerdote. Prometí perdón y pacientemente esperé que los blancos salieran de sus guaridas. La matanza fue impecable. No quedó ni uno solo de los ilusos franceses.
Tengo las marcas del látigo en mi piel pero es a mí a quien llaman bárbaro.
Yo soy el temible Dessalines. Pronto Santo Domingo será mío...
domingo, febrero 18, 2007
Monólogo de un jacobino

...Y bien, tratan de comprarme, de disuadirme con supuestos privilegios, pero no voy a capitular. Estoy seguro de que vendrán pronto las órdenes de exterminio, no sólo contra nosotros, sino contra cualquiera que tenga alguna gota de nuestra noble sangre africana. Mameluco, tercerón o cuarterón, grifo o marabú, todos seremos condenados a muerte. Pero no importa. Es esa la fatalidad que ahora desafío. Me encuentro por fin con el destino del que me hablaba el viejo Pierre Baptiste, quien me enseñó rudimentos de francés, latín y geometría, allá, en los agónicos años de la plantación.
La vida no deja cabos sueltos. Todo encaja. Todo se usa aunque parezca superfluo. Nada se pierde. Conozco bien los nombres de las plantas curativas que usaba mi padre para morbos y contras, así como sus secretos modos de preparación. Me han sido útiles y sé que seguirán ayudándome mucho esos saberes vegetales que hacen de mí un médico reconocido, como a Cristophe lo ayudará en esto su experticia de buen cocinero, de sabedor de ollas y recetas.
Conozco también las frases del abate Raynal que me dan aliento en esta hora y ya eso las justifica : “Sólo es necesario un hombre valiente. ¿Dónde está?”. Ese hombre soy yo. Ya mi apellido no será Bréda. Tengo en mis manos la llave para abrirle a mi raza las puertas del reino de este mundo.
Hermanos, amigos, yo soy Toussaint L`Ouverture, mi nombre quizás os resulte conocido. He iniciado la venganza. Quiero que la Libertad y la Igualdad prevalezcan en Santo Domingo. Lucho por darles vida. Uníos a nosotros, hermanos, y aliaos a nosotros en la misma causa.
Su muy humilde y muy obediente servidor.
TOUSSAINT L`OUVERTURE,
General de los Ejércitos del Rey,
por el Bien Público.
sábado, febrero 10, 2007
Doña Bárbara y la práctica de la recepción

Comienzo a releer Doña Bárbara y enseguida percibo que no estoy releyendo nada. Es un nuevo libro el que tengo en mis manos, un libro acerca de una mujer bella, salvaje y terrible, que llegó de más allá del Cunaviche, de más allá del Cinaruco, de más allá del Meta, de más allá del más nunca, para tragarse tierras y hombres que valieran la pena.
Me asombra el no haber leído en verdad este libro que creía haber leído en mi ya remota adolescencia. Y es que es inédita esta muy erótica imagen de una marimacha apetecible que ha traspasado con gracia los cuarenta. Su seductora insolencia no llegué a verla ni siquiera cuando a María Bonita le correspondió encarnarla en la pantalla grande. ¿Dónde estaba metido este mujerón de la literatura venezolana que vengo a descubrir ahora?
Por los momentos, seguiré leyendo y (sin ironía, si es posible) tratando de encontrar a un especialista en Teoría de la Recepción que me explique este misterio.
domingo, enero 28, 2007
Las piernas de Debra

Acabo de ver una película vieja, de esas que pasan en un canal de cable que se dice clásico. La película era River`s edge (Al borde del río) con Anthony Quinn, Debra Paget y Ray Milland. Debo confesar que las piernas de Debra me parecieron verdaderamente tentadoras. Al comienzo de la película esas piernas se roban la cámara. Constituyen un prólogo sensual, un anuncio de belleza fogosa para el voyeur que somos todos, o casi todos. Debra Paget es, sin duda, el centro en el inicio de este viejo filme. Cuando apareció con sus ceñidos pantalones cortos debió provocar requiebros de color subido en las diversas localidades del cine Bella Vista, si es que pasaron esta película en esa bullosa sala de mi infancia. Una escena cruel cierra el comienzo seductor: Debra está bajo la ducha. La abre. Entrevista por nuestro afán de mirones que la saben totalmente desnuda, Debra empieza a dar gritos porque en lugar de agua le está cayendo una espantosa lluvia de barro. La pelirroja pide auxilio y entra su marido, Anthony Quinn, un granjero bueno que se ha casado con esta ex-presidiaria ligada a un delincuente (Ray Milland) de marca mayor. Y sigue la película, ésta sí, menor (y sin ninguna aspiración de no serlo), pero elemental y grata, hasta que -si se me permite la metonimia- Anthony Quinn toma unas piernas en sus brazos.
lunes, enero 15, 2007
En un cuento de Zúñiga
En un relato de Zúñiga un judío renegado teme que su sobrino se presente de un momento a otro en su casa de Madrid, donde vive con una mujer joven y atractiva. Según la ominosa información que había recibido, el sobrino vendría de Praga y quiere ser escritor. La angustia del tío crece cada vez más. Ya se lo imagina caminando por el andén de la estación de Atocha. Ya siente que perderá a su mujer. Ve la figura del sobrino como quien percibe la llegada de la muerte. Finalmente, el indeseado visitante no llega ni llegará nunca. Su tío recibe una carta donde la familia le da cuenta de la tuberculosis que está matando al sobrino. El sobrino se llama Franz Kafka.
domingo, enero 14, 2007
Un episodio de Borges vivido por Alazraki
De manera obsesiva, Jaime Alazraki trata de conseguir ese ensayo. El dato, que tomó de un libro de Graciela de Sola, le indica que se encuentra en el número 2 de la revista Huella, que antes se llamó Canto, pero ninguno de los catálogos de las grandes bibliotecas porteñas registra la revista. Luego de numerosas pesquisas infructuosas, Alazraki llega a creer que está protagonizando una nueva versión de la enciclopedia de Tlön. Alguien le jugó una broma, piensa. Y ya a punto de desistir de su inútil empeño, obtiene una información que estima confiable: la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires tiene en su colección la revista. Hasta allá se dirige Alazraki y encuentra, por fin, el inalcanzable número 2 de “Huella”, su santo Grial de investigador cortazariano. Revisa de inmediato el índice, una y otra vez, hasta sentir un vacío letal: no está allí el mítico ensayo del cronopio. Piensa que tal vez hubo una omisión en el sumario y busca, entonces, entre sus páginas. Nada. No está. Definitivamente, todo ha sido un invento.
Decepcionado y a punto de partir se percata de que le hace falta darle una mirada al número 1 de la revista. La bibliotecaria había tenido la iniciativa de traérselo y el profesor Alazraki lo abre en este instante, tal vez por la mecánica curiosidad del investigador que no deja escapar papel alguno que el destino ponga en sus manos. Para su asombro absoluto, como en un escondrijo, a cubierto de eruditos insaciables, allí está esperándolo el espectral y escurridizo Rimbaud de Julio Denis.
Por fortuna, Alazraki, conocedor como es, especialista como es, se encuentra al tanto de que Cortázar esa vez firmó con su célebre pseudónimo.
(Fuente: Jaime Alazraki en el volumen de Rayuela publicado por la colección Archivos)
viernes, enero 12, 2007
Los cien años de Frida
Ocurrente, muy creativa, tan alegre, tan su-frida y tan ella al mismo tiempo.
Ofelia Medina interpreta a la Frida madura y la acompañan Miriam Balderas como la Frida muerta y Teresa Ruiz como la joven, con buenas actuaciones y maravillosos trajes mexicanos originales, tejidos a mano; un deleite para los ojos".
miércoles, enero 03, 2007
Una sextina

SEXTINA DE LA ARENA
Me habita en esta hora una extraña
sensación de duda. Es tal vez la
misma sensación que de sorpresa
me tomó una inolvidable tarde en
el diciembre del noventa. Sobre este
mismo sofá miraba feliz el cielo.
Extraña la sorpresa en este cielo,
dijo Lezama desde su extraña
y morosa obra barroca. Al Este
resuenan sus imágenes. Es la
oscura pradera que convida en
la efusiva tarde a otra sorpresa.
Esta vez he percibido la sorpresa
que llega desde un antiguo cielo,
desde una vieja trashumancia, en
seres que aún habitan la extraña
estación de los fulgores. Con la
arena y sus recodos del Este
han llegado. Sopla viento del Este
lejano, con su armonía, su sorpresa
verbal y sus silencios. Ensaya la
palabra idónea bajo el cielo,
la repite al ritmo de una extraña
melodía. Es una invocación en
clave solitaria. Unos hombres en
ella trazaron la noche del Este,
de la que conocen su grafía extraña,
pero nunca indescifrable. Sorpresa
no existe para ellos en el cielo,
(lo leen de memoria), sino en la
infinita y tenaz arena, en la
escritura efímera y viva, en
sus pasos invisibles. El cielo
y sus letras no son el Libro. Este
se encuentra, pleno y de sorpresa,
en una piedra, en la menos extraña.
Dijo Lezama: “Extraña sorpresa”,
leyéndola en el cielo de La Habana.
Otros en el Este leen: Piedra y Nada.