domingo, mayo 28, 2006

Augusta se llama


Augusta Holmes


Mis amigos de la esquina de la 17
jamás se imaginaron esta dicha.


Augusta se llama
y es una voz lenta y secreta
que sólo a ti te canta.

sábado, mayo 20, 2006

Todos parecían, pero ninguno era


Parque. Tigre.

Estoy de nuevo en el Dora. Comeré solo. Martín y Maito están fuera de Buenos Aires. Ya ordené bife de chorizo. Mejor dicho, medio bife de chorizo, a sabiendas de las inmensas raciones porteñas. Lamenté mucho haber devuelto dos medias botellas de vino. Pero no estaban bien. Eran de la bodega López, cosechas 1998 y 2000. Ahora bebo con deleite un estupendo -aunque algo alcoholoso- Trumpeter de la familia Rutini, merlot, cosecha 2004. Por estos detalles ya me estoy pareciendo a mi querido amigo Tecnorrante, pero Israel (y Tecnorrante mismo) no me perdonarían que los omitiese.

Buenos Aires es una ciudad pródiga para nuestra manía de encontrar parecidos en la calle. Así, Martín y yo hemos visto en estos días a muchos amigos y conocidos nuestros. Vimos hace poco a Walter Rodríguez y detrás de él, casi corriendo, al catire Hernández. Y lo más increíble, detrás del catire venía Stefania Mosca. Lo aseguro. Martín fue testigo. Los tres en la misma cuadra. Ocurrió en la calle Corrientes, cerca de una de las formidables librerías Hernández.

También vimos a Guillermo Morón (ya esto es el colmo del azar concurrente) despachando cervezas en la barra del Senior Pub, muy cerca de la casa de Ivonne Bordelois.

Todos los días en la calle Paraguay, entre Florida y San Martín, saludamos a Rafael Arráiz Lucca, quien nos mira imperturbable desde una foto de los años veinte.

Manuel Azaña estaba –lo juro- en el restaurante Münich de La Recoleta. Era el más viejo de los mesoneros de ese estupendo lugar. Lo fotografiamos a placer mientras servía en una mesa de españoles que no se enteraban de nada.

Hemos visto a Acosta Bello dos veces y muchas a Victoria Ocampo. Martín me preguntó un día: ¿Es que estamos en Comala? Anoche, por cierto, vimos a Ernesto Sábato entrando lentamente al mundo de los inmortales. En serio, lenta y literalmente, Sábato entraba a Los Inmortales de la calle Corrientes. Y se sentó cerca de nosotros, pobres mortales que engullíamos sabrosas pizzas y cervezas frescas.

Una noche vimos a Félix Valderrama escuchando canciones de Sabina. Y yo no me canso de ver a Pichuco por casi todas las calles y a Elsa Camiya en una sola, pero siempre en el mismo sitio: frente a la confitería Richmond, en Florida.

Vi a Arturo, vecino nuestro de Arca del Valle, manejando un taxi, y a su esposa Cristina haciendo cola para entrar a la Bombonera. Y estoy viendo ahora a Omar Porteles. Es mesonero en este restaurante. Su estatura parece la de Eduardo Anzola, pero no es Eduardo Pionono Anzola. Es, definitivamente, Omar Porteles. En este momento me saluda. Ya lo habíamos visto el 31 de diciembre y se nos había parecido en algo a Maradona.

También vi a Rafael Salvatore caminando por Florida ayer y por Corrientes hoy. Para mi sorpresa resultó que era, en verdad y en ambas ocasiones, Rafael Salvatore. Por lo menos eso parecía. Mejor dicho: No parecía. Era.

También hemos visto a Alejandro Oliveros en casi todos los libros de Oliverio Girondo. Creo que hemos visto a Oliverio Oliveros y a Alejandro Girondo. No sabemos ya quién es quién en los retratos. Y hemos leído sus maravillas:

“¿Surgió de bajo tierra?/ ¿Se desprendió del cielo?/ Estaba entre los ruidos,/ herido,/ malherido,/ inmóvil,/, en silencio,/ hincado ante la tarde,/ ante lo inevitable,/ las venas adheridas/ al espanto,/ al asfalto,/ con sus crenchas caídas,/ con sus ojos de santo, / todo, todo desnudo,/ casi azul, de tan blanco.// Hablaban de un caballo./ Yo creo que era un ángel.

El primero de enero vi a Daniel Herrera Zubillaga. Conducía un taxi que me llevó hasta Tigre para buscar el lugar donde se suicidó Lugones. Al día siguiente Martín me advirtió que Luis Alberto Crespo (primo de Daniel Herrera, por cierto) se encontraba en una mesa del Florida Garden. Leía La Nación y tomaba jugo de naranja.

Omar Porteles me acaba de decir que vive en Lomas, pero que el 31 estuvo en El Pilar, comiendo y bebiendo con su familia. Me ha traído la carta de postres y yo decido sin mirar mucho: sabayón con higos. Mientras me lo trae, me percato de que sólo tres mesas permanecen ocupadas. En una de ellas John Gielgud está terminando de cuadrar un negocio. Enciende un tabaco. El próximo lunes le llevarán tres millones de los seis acordados con mi amigo Eduardo Pérez, el morocho que lo acompaña en la mesa. Ninguno de los dos se ha percatado de que yo he seguido casi todos los detalles de la coima.

Ya Omar Porteles me ha traído el postre. Y concluyo.

sábado, mayo 13, 2006

Dicen que ha vuelto la diosa ambarina


Agata ambarina

Ha vuelto, sin duda.

Busca encarnar de nuevo en la floresta,
lejos de su hornacina
donde Eguren le reza todavía.

Sé que ha vuelto porque
su brillo se asomó hoy por la ventana.

Es una y todas.

Escribe desde el relámpago.

Si sus letras llegan a rozarte,
nada existirá -lo dijo Emilio-,
nada podrá existir sino ella,
diosa y ambarina
en todo su esplendor.

Filósofo del agua


Ian Waldie

"...me descubro en la imagen atónita del agua"

(José Gorostiza, Muerte sin fin).

13-05-06: Seis de la mañana. Estamos sin agua. Seguramente hay un racionamiento desde ayer. No sabemos por qué. No leímos aviso alguno.Es un verdadero fastidio estar sin agua. Como decía Bachelard, la pena del agua es infinita.

Llegó el agua, más rápido de lo que temía y no me dio tiempo de seguir verbalizando su ausencia. Habría continuado con Bachelard, su poética y sus sueños. Habría recordado a Heráclito y el río. Habría escrito agua por todas partes. Habría hecho la profecía del agua. Habría hablado de la muerte por agua, pero también del nacimiento de los ríos, de las aguas cristalinas y de las aguas que van manando sin cesar de la montaña.

Aguas de arriba y aguas de abajo. Agua que cae y agua que brota.

Agua va y agua viene.

Espejo de agua. Espejo de Narciso.

Aguas tenebrosas y aguas puras de Juan de Yepes.

Vaso de agua de José Gorostiza.

Ojo de agua. Puerta de agua. Viento de agua. Entrada de aguas. Aguacero.

Entre dos aguas: agua de azahar y agua de rosas.

Aguamala. Aguamiel.

Aguardiente: agua bendita.

Agüitas. Agua de tamarindo. Agua de jamaica. Agua de panela. Aguada Grande. Aguaviva. Managua. Yaritagua. Piragua y Aguascalientes.

Aguas turbias. Aguas azules. Aguas negras. Aguas claras. Aguas mansas y aguas turbulentas. Aguas encrespadas. Aguas termales. Aguas estancadas.

Hermana agua de Francisco de Asís. Aguasanta.

Buenos días tortuguita,
periquito del agua,
abuelita del agua,
borrachito del agua,
payasito del agua,
filósofo del agua.