jueves, diciembre 30, 2004

Intento escribir una sextina

30-12-04:

Estoy en la sala. El sol de la tarde llega hasta mis pies. Piso las sombras de las hojas. Piso la luz. El sol de diciembre en esta casa cumple años, cumple una edad amable de silencios. Intento escribir otra sextina. Veré si puedo.

Recuerdo a José Gorostiza. Lo recordé en el párrafo anterior. Recordé un verso suyo: “Cumple una edad amarga de silencios”.

Esta estrofa sería la primera de la sextina en ciernes:

Me habita en esta hora una extraña
Sensación de miedo, es tal vez
la
Misma sensación que de
sorpresa
Me tomó una inolvidable tarde
de
Diciembre. Descansaba sobre
este
Sofá y estaba frente al mismo cielo.


(Las últimas palabras forman un verso de Lezama Lima)



La Cruz del Sur

Una sextina en este blog amigo:

www.frentealmarrojo.blogspot.com

miércoles, diciembre 29, 2004

Lo que pudo haber sido

29-12-04:

Las cosas como fueron. Es el título del volumen que reúne cuatro bellos libros de poesía de Eloy Sánchez Rosillo, antes del insuperable La vida . En un blog amigo puede leerse un poema de este libro: www.isladerobinson.blogspot.com

Las cosas como pudieron haber sido. Es el ejercicio que uno suele hacer y que frecuentemente lo condensa un verso de Darío: “la pérdida del reino que estaba para mí”.

Sin el dolor de Rubén, podríamos pensar en el avión que no tomamos un día (no se cayó, pero hubiéramos llegado a otra hora y conocido a la diosa ambarina). En la invitación que no aceptamos (nos esperaba en la cita la revelación de algún secreto). En los ojos que insinuaban algo, pero que nunca más volviste a ver. En el proyecto académico que debías concluir y que cambiaste por una incertidumbre de la que no te has arrepentido. En las ilusiones que sustituiste por otras ilusiones. En la película que dejaste de ver y que tiene la escena de toda tu vida. En la puerta que no tocaste una mañana. En esa otra puerta que no abriste una tarde. En la decisión de tus padres de no insistir en enviarte a Mérida a estudiar. En la llamada que no le contestaron a Cesare Pavese un día de agosto del 50...

P.D: Hay una edición de Las cosas como fueron (Tusquets) que incluye el quinto libro de poemas de Sánchez Rosillo: el ya mítico La vida. La primera edición de Las cosas como fueron la publicó Andrés Trapiello en La veleta.

domingo, diciembre 26, 2004

Carpentier, Caracas y lo real maravilloso

26-12-04:

Hoy Alejo Carpentier estaría cumpliendo cien años. Los está cumpliendo, en realidad. Vuelve a sus calles de La Habana, vuelve a sus columnas, vuelve a la casa de El siglo de las luces. Vuelve al reino de este mundo. Y lo leo en paz esta mañana.

En una conferencia que dio en Yale, en 1979, dijo esto:

Yo que he asistido del cuarenta y cinco al cincuenta y cinco -diez años- a la transformación de Caracas, he visto esto que es inconcebible para un europeo, y forma parte de lo que podemos llamar lo real maravilloso americano. En Caracas ha pasado esto que, vuelvo a decirlo, es inconcebible para un europeo: se ha tomado una ciudad, se ha borrado y se ha colocado otra en su lugar, sencillamente. Yo he estado en Caracas hace tres años, y con mucho trabajo, todavía encontré algunos vestigios -unas cuantas casas, una tienda con un letrero floreado a la manera antigua de cuando Caracas era la ciudad de los techos rojos. Hoy es la ciudad del cristal, del vidrio, del cemento armado, de la locura...


viernes, diciembre 24, 2004

Ulises

24-12-04:

La figura de Ulises (o su sombra, según Piero Boitani) atraviesa casi toda la literatura occidental. Desde Virgilio hasta Goethe pasando por Dante. Y desde Goethe hasta todo el siglo XX.

Antes de Virgilio, Platón. Y en el siglo XX, Joyce, Pound, Borges, Canetti, entre otros, tuvieron presente a Ulises.

Prefiero la Odisea a la Ilíada. ¿Será esa preferencia mi talón de Aquiles? Como ven, no puedo escapar de la Ilíada, aunque prefiera la Odisea.

Leo en el libro de Boitani que William Golding le dijo una noche que "quien prefiere la Odisea a la Ilíada tiene corazón de mujer". Con Boitani digo yo: es un honor formar parte, aunque sólo sea a través de la poesía, del sexo femenino.

Todas las imágenes de Cernuda

24-12-04:

Cuatro y media de la mañana. Me asomo al balcón y contemplo el cielo nublado. Sólo veo una luz que titila y pasa. Debe ser un avión que está volando a mucha altura porque no oigo ruido alguno. Hace un poco de frío. Mis vecinos duermen. La ventana abierta de un apartamento me deja ver la pantalla de un televisor que dejaron encendido. Retorno a la sala. La siento cálida, acogedora.

El año comienza a despedirse en serio. Ya no es cuento. Hoy es víspera de la navidad. Cuchi hará un pavo que llevaremos a la cena de esta noche en casa de los Guerrero. Yo sigo sin muchas ganas de ir, pero iré.

Tengo cerca varios libros. Uno de ellos es 2666, de Bolaño, cuya lectura tuve que interrumpir a mi pesar. Anoche enganché nuevamente en sus páginas. Otro libro al que puedo echar mano para que me acompañe esta mañana del 24 de diciembre del 2004 es el volumen III de la Obra Completa de Luis Cernuda. Lo abro y leo en una de sus últimas páginas: “Una mujer sale del espejo. Me enamoraré de ella, y escucharé a su lado cómo va tornándose blanco, próxima ya la playa, el verdor de las olas”.

Miro la ventana. Es un espejo. No sale de él una mujer. Corrijo: Oigo la ventana. Es una mujer. Sale de ella un espejo. Y del espejo sale un cuadro de Felipe Herrera.

Si no temiese despertar a Cuchi y a mis hijos, pondría a todo volumen música de Tomás Luis de Victoria en este momento para hacer visibles todas las imágenes de Cernuda.

miércoles, diciembre 22, 2004

Marcel Duchamp

21-12-04:

Seis de la mañana. Reanudo la lectura de 2666.

Pienso en la poesía de Leopoldo María Panero, mientras Lola, en las páginas de Bolaño, llega al manicomio de Mondragón. Llega a Mondragón porque está obsesionada por el poeta allí recluido. Va todos los días y se asoma a las rejas para tratar de divisar a su poeta. Hoy no lo ha conseguido. Lola, más loca que Panero, estuvo follando hace unas páginas en un cementerio con un taxista de apellido Larrazábal.

Es un misterio para Amalfitano la aparición de un libro de Rafael Dieste en una de sus cajas. Se trata de Testamento Geométrico. No se explica Amalfitano cómo pudo aparecer ese libro allí. No es un volumen de poemas (Amalfitano cree recordar que Dieste es un poeta gallego o por lo menos, aquerenciado en Galicia desde hace años). Es, en efecto, un libro de geometría. La edición corresponde a un homenaje que le hacen a Dieste unos amigos. Veo los nombres de éstos e identifico a uno: Felipe Fernández Armesto, el autor de Historia de la comida, estupendo libro que hace poco me regaló Joaquín Marta Sosa y que jamás colgaré en el tendedero de ropa para hacer el homenaje que Amalfitano le hizo a Marcel Duchamp. Mi "Duchamp" está en el balcón. Es un freezer.

sábado, diciembre 18, 2004

La obra póstuma de Roberto Bolaño

18-12-04:

Comencé la lectura de 2666. Es algo fascinante. Me provoca colocar un cartel que diga: “Se agradece silencio. Estoy leyendo 2666”. Lo que más me provoca es que la gente al leer ese cartel se retire con respeto y se vaya a hacer lo mismo y que coloque un cartel idéntico. Y que por mucho tiempo todos en el mundo hagamos silencio porque estamos leyendo 2666, o dejando que otros lo hagan en larguísima y calmada entrega a unas páginas tan interminables como fecundas.

miércoles, diciembre 15, 2004

El cielo sea contigo esta mañana

15-12-04:

Los cielos múltiples, que dice María Zambrano.
Este cielo, aquél.
Mi cielo, tu cielo.
Los cielos de cada uno.
Nuestros cielos secretos.
Los cielos perdidos.
Los cielos imaginados.
Los cielos que pudieron haber sido.
Los otros cielos.
Los cielos de París con aguacero.
Los cielos borrascosos.
Los cielos de la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora.
Los cielos del Levante español.
Los cielos australes.
Los cielos de la locura.
Los cielos de la muerte.
Los cielos de Argensola:
cielos azules que todos vemos
y que no son ni cielos ni azules.
Los cielos de William Blake,
rayados como su tigre.
Los cielos que se caen.
Los cielos de Dante,
de nuestro Dante que está en los cielos.
Los cielos que me tienes prometidos.
Los cielitos lindos.
Los cielos de esmalte.
Los cielos del luciente honor gongorino.
Los cielos donde pascen estrellas.
Los cielos de Barquisimeto,
mis cielos.
Los cielos de Turner,
devastados,
tus cielos.
Todos los cielos, el cielo.
El cielo sea contigo está mañana.

lunes, diciembre 13, 2004

Felices los normales

13-12-04:

Felices los devorados por amores calcinantes.

Recuerdo un excelente poema de Fernández Retamar titulado “Felices los normales”, donde le pide a éstos que le den paso a “los que hacen los mundos y los sueños,/las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan/ y nos construyen”. Si los normales no lo hacen, habrá que ir abriéndose paso a pesar de ellos.

Paso es el paso del esperanzado en este mundo.

Paso es el paso de quienes todavía tienen intacto algún sueño.

domingo, diciembre 12, 2004

Carpentier centenario

El jueves pasado hicimos el foro sobre Carpentier. Sólo Lázaro y yo. Lázaro habló de la cocina y los alimentos en la obra de Carpentier. Se limitó a El reino de este mundo y tuvo que apelar a las obras de Lezama (tan querido por mí y por la UNEY) y de Sarduy, para completar una intervención de evidente interés para nuestros alumnos de Ciencia y Cultura de la Alimentación, que desde hace tiempo han escuchado hablar del banquete lezamiano. Por momentos me pareció que Lázaro, como cocinero habilidoso, rellenaba su texto con las referencias a Sarduy y a Lezama, a falta de una buena consulta en los libros del novelista centenario. Poco Carpentier. Y mucho Lezama. Y mucho Sarduy. Me vi obligado a comentar después que otras novelas de Carpentier contienen referencias interesantes a la cocina. Y, específicamente, al tema de la cocina y el poder, aludido por Lázaro. Es el caso de El recurso del método, en la que el dictador, rastacuero y buen diente, se hace acompañar de su cocinera en su exilio parisino. Mencioné que, precisamente, una alumna mía de Literatura y Gastronomía está haciendo un trabajo sobre esa novela. Es el caso, además, de La consagración de la primavera, en cuyas páginas se habla de “la casuística del ñame”, para no mencionar El acoso, donde lo que no se come tiene alguna presencia. También recordé que Carpentier había escrito algunas páginas reflexivas sobre la cocina.

Por mi parte hablé de Carpentier y su compromiso político. Leí fragmentos de entrevistas y de artículos del cubano para respaldarme. Lo hice porque el foro era no sólo sobre la obra de Carpentier. Era también sobre su vida. Mi intervención antecedió a la de Lázaro. Quise con ella recordar la labor editorial de Carpentier en los primeros años de la revolución cubana, así como su planteamiento contundente acerca del rol ciudadano de los escritores. Una frase de Carpentier justificaba esa referencia: "en el año 59 volví a escuchar las voces de mi adolescencia. Por eso retorné a Cuba y dejé mi cómoda vida caraqueña. Me fui a trabajar por mi pueblo".

En la sala había oídos. Algunos de ellos, venezolanamente sordos, estaban a mi lado.

jueves, diciembre 09, 2004

Y por el norte, el mar de las Antillas

09-12-04:

Y por el norte, el mar de las Antillas. Es el título del bellísimo texto que Eduardo Gil nos mostró el domingo pasado en el Teresa Carreño, mientras los relatores de las diversas mesas se querellaban por puntos, comas o por algo más grave: falsificaciones de la relatoría.

Eduardo escribió una página y media donde recobra un momento estelar de su vida: la primera clase de geografía de Venezuela que le escuchó a su maestra.

Eduardo Emilio, desde los Andes, imagina un mar desconocido. Se lo lleva a su casa y lo atesora por años y años hasta el día en que decide escribirlo. Ahora ese mar no es sólo suyo.

Curioso: hace poco recordaba yo el título de un cuento de la fallecida Esdras Parra: Por el norte, el mar de las Antillas. Es la poesía desbordando los límites.

lunes, noviembre 29, 2004

Eugenio Montejo

MONTEJO

El poeta que cantó a la pareja de Güigüe, el poeta que encontró sabiamente la antiquísima partitura de la cigarra, el poeta que aprendió el arte de la palabra en el taller blanco, el poeta cuyo padre era el panadero.

La poesía de Montejo nos regala paisajes, pájaros, viajes, ciudades.
Pero, sobre todo, nos regala la lectura poética
de esos paisajes de esos pájaros de esos viajes de esas ciudades

En ella se mezclan Güigüe y Lisboa,
la calle Marx, la calle Freud
y las calles de Caracas caminadas a tientas.
Por todas esas calles se llega a Itaca.

viernes, noviembre 26, 2004

Saramago en clave venezolana

Ensayo sobre la lucidez vale más que cien tratados de ciencia política

Corre el año 1998, el mismo año en que nuestro ilustre visitante obtiene el Premio Nobel de Literatura. Estamos en algún lugar del mundo, tan innominado como el país que sirve de escenario a la estupenda novela que hoy se presenta en esta sala, pero igualmente verosímil. Comienza una historia, cuyas rasgos de fábula se irán desdibujando poco a poco hasta parecerse en extremo a los de la realidad más atroz. Un proceso electoral también será el inicio de esta otra extraña novela, no escrita por Saramago, pero indudablemente “saramágica” y verídica. Antes de que los comicios se realicen, las fuerzas políticas tradicionales detectan que la patria va a ser “víctima de un infame atentado contra los cimientos básicos de la democracia representativa”. Y archivan, entonces, sus diferencias más de superficie que de fondo, y ante el inminente y ominoso triunfo electoral de la subversión, retiran candidatos y únense con desesperación y miedo atávico en torno al más derechista de los mismos. Buena parte de los medios de comunicación se suma a la cruzada contra el grave peligro que amenaza con terror a todas las instituciones democráticas. Pero nada. El pueblo acude a votar. Y no lo hace en blanco, sino por el candidato que representa “el acabóse”, pero que a los efectos de esta imaginaria analogía, equivale a una suerte de lucidez, semejante a la ensayada en la novela de José Saramago por una sociedad civil no minoritaria. Es una opinión contra un sistema degradado al máximo por sus cúpulas. Es una reacción cívica frente al prolongado vacío de la democracia formal que en esa comarca imperaba con mecánica y acerada impunidad.

Y la historia continuará durante los años inmediatos, con episodios políticos que tendrán, noles volens, su posterior ilustración literaria en el libro magistral de Saramago. Y es que el azar, por más concurrente que sea, siempre termina sorprendiéndonos. Así, al leer en las espléndidas páginas de Ensayo sobre la lucidez lo ocurrido después de que el gobierno decreta el estado de sitio contra la ciudad que acababa de votar abrumadoramente en blanco, se nos viene a la memoria la historia de ese otro pueblo que decidió opinar con su voto subversivo en contra de las élites que lo venían gobernando durante cuarenta años. A aquél lo sitian; a éste le vedan el consumo de gasolina. La paranoia del poder (político, económico y mediático) no se detiene en su desmedida defensa. Le aterra un supuesto ataque del anarquismo internacional, en un caso; o una invasión sorpresiva de las hordas armadas del oeste, en el otro.

¿Y cómo reacciona el pueblo en Ensayo sobre la lucidez? Leamos en sus páginas 92 y 93 la elocuente respuesta: “Pasaron los días, las dificultades iban creciendo sin parar, se agravaban y se multiplicaban, brotaban bajo los pies como hongos después de la lluvia, pero la firmeza moral de la población no parecía inclinada a rebajarse ni a renunciar a aquello que había considerado justo y por eso lo expresó con su voto, el simple derecho a no seguir ninguna opinión consensualmente establecida. Ciertos observadores, por lo general corresponsales de medios de comunicación extranjeros enviados a toda prisa para cubrir el acontecimiento, así se decía en la jerga de la profesión, luego con poco conocimiento de las idiosincrasias locales, comentaron con extrañeza la ausencia absoluta de conflictos entre las personas, a pesar de que se hubieran realizado, y luego verificado como tales, acciones de agentes provocadores...”.

Quienes hayan tenido acceso a las crónicas de lo ocurrido en el otro lugar que ahora les refiero, asociarán seguramente lo descrito por Saramago con las pacíficas “colas” que tirios y troyanos hicieron en las calles de todas las ciudades de esa nación ficticia, durante horas, días y semanas enteras, para proveerse de gas o de gasolina que el gobierno sitiado (porque en esta historia el sitiado era el gobierno) se vio obligado a traer de un país vecino. No sólo se convivía amablemente en las largas esperas del combustible, sino que hasta los adversarios jugaban al fútbol en alguna de las autopistas de la ciudad “parada”.

También en ese legendario país, ocurría lo que el narrador de Ensayo sobre la lucidez apuntó en una de sus páginas: el cazador resultaría cazado y es que sus habitantes también se han contagiado de esa enfermedad pavorosa que llaman ceguera blanca o lucidez.

¿Por qué es posible que esto ocurra contra todos los pronósticos? ¿Por qué el poder político en la ciudad de la novela de Saramago no alcanza a comprender cómo su sacrosanta democracia es severamente cuestionada por una firme, pacífica y compacta opinión del pueblo? ¿Por qué los poderosos no vieron venir el voto en blanco? Por qué no concibieron que el pueblo, además de votar, alguna vez podía pensar? ¿Será que no sabían realmente de su existencia? ¿Era para ellos invisible ese pueblo que enciende un día todas las luces de sus casas y, sobre todo, las de su recobrada dignidad? ¿Por qué al perder las elecciones, el poder apela al terrorismo? Porque la lógica del fundamentalismo pseudodemocrático así lo exige. Combina arrogancia con ceguera y no suele avisar de su caducidad. Pero también porque la verdadera enfermedad está en la democracia misma y en que sus falsos sacerdotes conocen sólo la liturgia, pero no los valores que la hacen, además, de compleja, virtuosa y perfectible.

José Saramago nos permite encontrar en su novela el camino para ensayar algunas explicaciones pertinentes acerca del grave malestar de nuestras democracias. Una de ellas atraviesa sus páginas: la erosión de la lengua o la quiebra del lenguaje, que diría el querido poeta Rafael Cadenas. Políticos y comunicadores sociales son las máximos exponentes de esa penuria contemporánea que lastimosamente no le pertenece en forma exclusiva a algunos personajes de Ensayo sobre la lucidez, sino que tiene, por cierto, en el deplorable presidente de los Estados Unidos, uno de sus más encumbrados exponentes. Asistir a los consejos de ministros de esta novela de Saramago o leer a los comunicadores sociales que en ella incursionan o se reseñan, es presenciar la feria de la mentira, el espectáculo (porque de eso de trata cuando hablamos de democracia hoy en día) de la acronimia, el reino de la no-lengua, el festival de las falacias.
La prosa sin prisa de José Saramago nos ha deparado una las novelas más tristes de las últimas décadas. Plena de humor, sarcástica, paródica, inteligente, novelada y metanovelada, Ensayo sobre la lucidez nos hace transitar por las ruinas de una forma de democracia a la que adoramos durante años y que creíamos todavía bellamente ataviada de oropeles, eterna en sus rituales, sana en sus entrañas, para terminar descubriendo, con más congoja que vanidad intelectual, que la tal democracia, en realidad, se encontraba vacía desde hace mucho y que sus usufructuarios de siempre nos empezaban a mostrar, con sus violentos estertores defensivos, la más patética de las muertes políticas de nuestro tiempo.

Saramago ha escrito el gran libro del momento político que hoy vivimos. Desde una visión descarnada de nuestra decadencia, la conciencia cívica del autor nos muestra también las enormes posibilidades del hombre cuando logra recobrar la lucidez y la ejerce de manera colectiva, persistente y solidaria. Podrá así, votar de acuerdo a su libre decisión (en una máquina o en forma manual), pero no como una máquina teledirigida por quienes le habían robado su opinión e incluso sus palabras.

Ensayo sobre la lucidez es, sin duda, literatura de la buena y, por serlo, vale mas que cien tratados de ciencia política.

De todos las imágenes que José Saramago nos ha legado de sí mismo en sus libros formidables, en sus entrevistas, en sus artículos, en sus diarios, tengo grabada una: la del niño que se quedaba dormido con el abuelo, a la luz de la luna, en una higuera, después de escuchar los fabulosos relatos del hombre más sabio del mundo. Escuchemos al nieto de ese hombre.

Freddy Castillo Castellanos.
Caracas, 24 de noviembre de 2004

martes, noviembre 23, 2004

García Márquez va de putas

23-11-04:

Anoche pensé en releer dos largos poemas de Homero Aridjis: Mirándola dormir y Perséfone. Tal vez esos libros volvieron a mi memoria por la lectura reciente que hice de la excelente novela breve de García Márquez: Memoria de mis putas tristes. El personaje, a quien sus alumnos una vez llamaron Mustio Collado, putañero de toda la vida, se convierte a los noventa años en un enamorado que sólo contempla el cuerpo de la doncella dormida. Que pasa horas mirándola dormir. Pero no sólo eso. La besa dormida palmo a palmo.

García Márquez ha escrito magistralmente una novela corta que tiene la contundencia de El coronel no tiene quien le escriba. Lo que ya es decir.

martes, noviembre 16, 2004

La Dueña Rodríguez

16-11-04:

Leo el Quijote. La dueña Rodríguez acaba de ser azotada por revelar “el Aranjuez de las fuentes” de la duquesa. La dueña Rodríguez, doña Rodríguez, asturiana de presunto linaje, estuvo esta noche a punto de seducir noles volens al Quijote, quien la creyó por un momento visitante erótica, por recadera o por sí misma, que daba igual para las miedosas y contenidas carnes del caballero andante.

Del trance venatorio lo salvó su conjuro y su monocuquismo por la del Toboso, pero de los pellizcos no hubo piedad que lo rescatara, esa noche larga y melindrosa de la dueña en vigilia.

miércoles, noviembre 03, 2004

Llamo a los poetas

Hoy tomo un hermoso texto de Miguel Hernández y, con el permiso del poeta de Orihuela, le pido que hable por mi:

Llamo a los poetas

Entre todos vosotros, con Vicente Aleixandre
y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra:
tal vez porque he sentido su corazón cercano
cerca de mí, casi rozando el mío.

Con ellos me he sentido más arraigado y hondo,
y además menos solo. Ya vosotros sabéis
lo solo que yo voy, por qué voy yo tan solo.
Andando voy, tan solos yo y mi sombra.

Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, Garfias,
Machado, Juan Ramón, León Felipe, Aparicio,
Oliver, Plaja, hablemos de aquello a que aspiramos:
por lo que enloquecemos lentamente.

Hablemos del trabajo, del amor sobre todo,
donde la telaraña y el alacrán no habitan.
Hoy quiero abandonarme tratando con vosotros
de la buena semilla de la tierra.

Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo.
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.

Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.

Así: sin esa barba postiza, ni esa cita
que la insolencia pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos, comprendidos, sentados,
de las cosas del mundo frente al hombre.
Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos
a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.

Ahí está Federico: sentémonos al pie
de su herida, debajo del chorro asesinado,
que quiero contener como si fuera mío,
y salta, y no se acalla entre las fuentes.

Siempre fuimos nosotros sembradores de sangre.
Por eso nos sentimos semejantes del trigo.
No reposamos nunca, y eso es lo que hace el sol,
y la familia del enamorado.

Siendo de esa familia, somos la sal del aire.
Tan sensibles al clima como la misma sal,
una racha de otoño nos deja moribundos
sobre la huella de los sepultados.

Eso sí: somos algo. Nuestros cinco sentidos
en todo arraigan, piden posesión y locura.
Agredimos al tiempo con la feliz cigarra,
con el terrestre sueño que alentamos.

Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino y la cosecha.

Si queréis, nadaremos antes en esa alberca,
en ese mar que anhela transparentar los cuerpos.
Veré si hablamos luego con la verdad del agua,
que aclara el labio de los que han mentido.


Miguel Hernández. España, 1939.
De El hombre acecha.

lunes, octubre 25, 2004

Chavela Vargas

25-10-04:

Bebo café tico en homenaje a Chavela Vargas, Yolanda Oreamuno y Eunice Odio, un trío de ticas que se fueron tempranamente a México porque la conservadora sociedad costarricense no soportaba tanta belleza insólita, tantos "mundos raros", tanta libertad. La segunda murió en casa de la tercera y la tercera murió en la bañera de esa misma casa mexicana. La primera, para fortuna de sus admiradores, canta todavía. Es inmortal.

domingo, octubre 24, 2004

Tres tristes ticas

Soñé que yo era Chavela Vargas y que le cantaba al oído a Eunice Odio para ver si la hacía volver a este mundo con toda su belleza prenupcial.

Después soñé que era Eunice Odio y que recibía en una pequeña casa mexicana a Yolanda Oreamuno, quien llegaba desolada una tarde.

Después soñé que yo era Yolanda Oreamuno y que estábamos las tres en el cielo, lloviendo eternamente sobre Costa Rica.

domingo, octubre 17, 2004

Los trabajos del mar y del amor

17-10-04:

Aquí terminan los trabajos del mar, dijo Seferis. Y esos trabajos eran los trabajos del amor.

El mar inocultable, el mar de Turner, la mar serena, el mar picado, el mar adentro, la mar océana, el mar encantado, el mar llovido (es el de Turner), el viejo y el mar, los mares de Saint-John Perse (el poeta que sigue soñando sueños de mar en el lecho de sus amantes). Todos los mares, el mar de los amores.

Troppo mare. Ne abbiamo veduto abbastanza di mare. A Pavese no le responde el mar, ni el Po, ni la mujer de la voz ronca. Ni amor, ni Roma en el Albergo Amor, un día de agosto del 50.

La asesina inocencia del mar. Lo dijo Yeats. O del amor, lo digo yo.

Alfonsina y el mar se llamaría por amor María y no tan sólo mar como se llama, canta Bernárdez.

Y llega Huidobro y dice Aquí yace Marcelo mar y cielo en el mismo violoncelo.

Pero aquí no terminan los trabajos del amor.

Primera penumbra

17-10-04:

Todo pardo todavía. Aprovecho los momentos del lento amanecer para sentir esta adorable oscuridad que nos iguala. La disfruto. Las cosas no existen. Son fantasmas. Formas borrosas que tropiezo. El silencio apenas se interrumpe. Un coche lejano. Un eco vago. Un ligero ruido.

sábado, octubre 16, 2004

Individualismo, Anarquismo libertario y Capitalismo

He leido algunos textos de algunos "libertarios venezolanos" (¿es acaso posible?) en los que se discute y defiende la posición del individualismo, el anarquismo libertario y el capitalismo (¿es esto también posible?). En sucesivas entregas trataré de presentar algunos argumentos frente a tales ideas.

Primera parte - Del anarquismo y anti-individualismo

De: Fragmento de historias de las ideas políticas - Jean Touchard

"La verdadera doctrina anarquista, aunque rechace toda autoridad, nunca ha sido una exaltación del individuo. El anarquista no es ni individualista ni aristocrático. En el anarquista no hay rastro de desprecio hacia aquello que rechaza: el anarquista no desprecia, odia.

El anarquismo es ante todo, principalmente en Bakunin, una aspiración popular. No combate por el individuo-héroe orgullosamente liberado, sino por la masa popular en su espontaneidad primera, instintiva y brotante. Las masas contra la élite.

Así se explica el papel conferido por el anarquismo a la violencia en la acción de masas. Algunos anarquistas deificarán la violencia, de la que harán un absoluto. Nada de esto existe en los grandes doctrinarios anarquistas. Si no descartan la violencia es por dos razones. Primero, porque es una de las manifestaciones de esa libertad de la naturaleza y de la vida (“El anarquismo es un radicalismo vitalista”, ha dicho acertadamente P. L. Landsberg). En segundo lugar, porque la violencia es el modo de acción de las masas, al menos en tanto que intenten hacer una revolución política antes de hacer la revolución social. ¿Por qué? Porque la revolución exclusivamente política es, o llega a ser, necesariamente burguesa, en beneficio de privilegiados (aunque sean ex proletarios): y en ese caso las masas reaccionan según su ruda naturaleza, con violencia."

Palabra y silencio

16-10-04:

Puertas complementarias, la del silencio y la de la palabra. Una lleva a la otra. Puertas de ida y vuelta. Puertas de la misma casa, la de la vida.

miércoles, octubre 13, 2004

Rimbaud y la Comuna

13-10-04:

Comienza el día. Leo unos versos de Rimbaud sobre las manos de una mujer llamada Juana María:

“El dorso de esas Manos es ese lugar/ que besa todo altivo revolucionario!”.

Rimbaud le estaba cantando a la Comuna.

martes, octubre 12, 2004

Blanqui

12-10-04:

Sigo mi lectura del libro de Albert Olivier sobre la Comuna. Y de repente me asalta un lamento. Fue una verdadera desgracia que antes del 18 de marzo detuvieran a Blanqui, verdadero teórico de la revolución y tal vez la única persona capaz de moderar a los desaforados que estuvieron (entre otros) al frente del fugaz movimiento.

El racismo de clase

12-10-04:

Leí unas lúcidas páginas de Enzo Traverso sobre la violencia nazi en las que hace referencia a la Comuna. Habla allí del “racismo de clase”.

Así como los judíos fueron considerados por los nazis una peste, a los comuneros se les exterminó por lo mismo: eran unos “enfermos”, unos "apestados" a los que debía suprimirse cuanto antes. Nada de "revocatorios" con ellos. Sólo "solución final", para decirlo con un amable eufemismo hitleriano.

martes, septiembre 28, 2004

Octavio Paz en París

Una noche, en la rue Bonaparte, eramos dos. El otoño avanzaba con pasos de ciego hacia el centro de París. Cuando caminábamos hacia la rue Jacob, la vimos. Era la prostituta que cruza la noche, bella como una papisa, en un poema de Octavio Paz. Algo se prepara, me dijo Martín y tomó una foto donde sólo podrá verse el verduzco muro surrealista de las fugas.

sábado, septiembre 25, 2004

Réquiem por la Coordinadora Democrática

"El impaciente no sabe transmutarse: un Dios le posee o él mismo se cree Dios. Sin máscaras, sin velos, arde ante los ojos de los demás como si ya efectivamente -en este mundo de la necesidad- todo fuera posible. Ríe, discursea, se apodera de cosas a puñados, blasfema candorosamente, se coge la cabeza enfebrecida con las manos. Desgarra, destripa, muerde con desconsideración suicida el corazón tapado de las cosas; nadie responde por él y es como un titiritero de plata blanca que hiciese sus ejercicios sin red sobre las cataratas del Niágara, que le ignoran y han de tragarle. Nada puede sacarse de él porque todo lo tiene ya fuera, impúdico hombre-anuncio de lo ilimitado. En todo asunto y ante todo quiere llegar hasta el fondo, de inmediato; ni siquiera se le ocurre preguntarse si habrá algún fondo al que llegar...
...Político, reglamenta hasta los suspiros de la multitud que se resiste a ser perfectamente dichosa, decreta diariamente, mañana y tarde, el asalto definitivo del castillo del Amo, o se convierte él mismo en pura dinamita y sin tardanza la mecha de la conflagración que debe fulminarle."

Fernando Savater

jueves, septiembre 16, 2004

Cortázar y el humor. Claves para una estética cuántica

"El humor es una de las cosas más serias de la existencia. Yo, desde muy niño, sentía que el humor era una de las formas con las cuales era posible hacerle frente a la realidad, a las realidades negativas sobre todo. Si cuando sucedía algo desagradable te defendías a base de humor, salías mejor parado que tu amigo o compañero que no disponía de esa arma, que no veia más que lo trágico. Bueno, de ahí a lo lúdico no hay más que un paso. Porque quien tiene sentido del humor tiene siempre la tendencia a ver diferentes elementos de la realidad que lo rodea, una serie de constelaciones que se articulan y que son en apariencia absurdas. Todas las frases del humor tienen ese elemento de absurdo, que cosa que no funciona dentro de una lógica aristótelica. Yo sentí que eso era una especie de para realidad, es decir, una realidad que está a tu disposición en la medida que vos la sepas asumir y la sepas utilizar"

Maimónides

Conocido también como Rambam (por las iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon) dejó un inmenso e impresionante legado. Filósofo, médico y físico nacido en la convulsa córdoba medieval, supo recoger saberes de varias tradiciones religiosas (en particular el islam, cristianismo y el judaismo) y fue capaz de transmitirlos para que cualquiera los aceptara desde sus posturas. Juan Pedro Monferrer, profesor de la Universidad de Córdoba, opina que "Maimónides representa el papel de una persona capaz de aunar desde un punto de vista judío las posibilidades de convivencia con el resto de la comunidades a través de la labor intelectual". A casi diez siglos de distancia es necesario reestudiar y revitalizar el legado de Maimónides, su mensaje de sensatez. Debemos ir a la sinagoga de Miaimónides (donde podían acudir gentes de cualquier creencia) en la búsqueda de consejo y curación. Su invocación, que a continuación transcribo, se expresa por si misma:

Invocación

"Dios, llena mi ama de amor por el arte y por todas
las criaturas. Aparta de mi la tentación de que la sed
de lucro y la búsqueda de la gloria me influencien en el
ejercicio de mi profesión. Sostén la fuerza de mi corazón
para que esté siempre dispuesto a servir al pobre y al
rico, al amigo y al enemigo, al justo y al injusto.
Haz que no vea más que el hombre en aquel que
sufre. Haz que mi espíritu permanezca claro en toda
circunstancia: pues grande y sublime es la ciencia que
tiene por objeto conservar la salud y la vida de todas las criaturas.

Haz que mis enfermos tengan confianzan en mi y en
mi arte y que sigan mis consejos y prescripciones. Aleja
de sus lechos a los charlatanes, al ejército de parientes
con sus mil consejos y a los vigilantes que siempre lo
saben todo; es una casta peligrosa que hace fracasar por
vanidad las mejores intenciones.
Concédeme, Dios mío, indulgencia y paciencia con los
enfermos obstinados y groseros.

Haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi
amor por la ciencia. Aleja de mi la idea de que lo puedo
todo. Dame la fuerza, la voluntad y la oportunidad de
ampliar cada vez más mis conocimientos, a din de que
pueda procurar mayores beneficios a quienes sufren.
Amén!


miércoles, septiembre 15, 2004

Paul Celan

A las cinco y veinte de la mañana, Paul Celan. A las cinco y veinte de la mañana Paul Celan nombra voces, “voces en lo verde/ de la superficie de aguas rayada”. A las cinco y veinte de la mañana en unos versos de Paul Celan, aparece el alción, “pájaro de nieve” y se sumerge. A las cinco y veinte de la mañana leo voces en silencio.

martes, septiembre 14, 2004

Botas

En la vieja antología de poesía española titulada “Las voces y los ecos” leo poemas de Víctor Botas. También encontré en internet poemas suyos que me gustan. Botas era asturiano. Murió antes de cumplir cuarenta años, en el 94. Cuando se publicó la antología que ahora tengo en mis manos, antología ya legendaria, Víctor Botas tenía 35 años y había publicado “Las cosas que me acechan”. Leí que el antólogo fue también su editor. Me refiero a José Luis García Martín, un polémico personaje de la vida literaria española de hoy en día. Leo y copio un poema de Víctor Botas:

SIN EMBARGO...

Días de soledad y leve lluvia
acechando tu paso en la estratégica
penumbra de algún bar. Vuelan las horas,
vuela el viento en la calle. La mañana
se me hace pese a todo interminable
en aquella inquietud —el cigarrillo
agoniza en mis dedos temblorosos,
el café se me enfría—; tú no acabas
de venir a cruzar la incierta esquina.
De Quincey (cuenta Borges) no dejaba
de buscar a su Anna por las calles
de Londres. Vano empeño. Claro que
ni tú eres esa Anna ni soy yo
el pobre de De Quincey. Ni esta birria
de pueblo es la soberbia Londres.
Sin embargo...

(Las rosas de Babilonia)


“Ni esta birria de pueblo es la soberbia Londres”. Lo que uno siempre –colonizado al fin- dice en esos casos. Pero uno, aunque la deteste a veces, termina adorando a su pequeña y pobre Itaca y buscando en ella a Laura, a Filomena, a Beatrice, a Anadiómena, a Anna, a la Maga, a Asia, a Nadja, a Cuchi. Y con Víctor Botas podemos, después de los lamentos, terminar escribiendo “sin embargo”.

domingo, septiembre 12, 2004

Las ruinas de la inteligencia

12-09-04: Leonardo comparte conmigo una decepción:

Las ruinas de la sensibilidad y su rostro verdadero
(no vimos ayer sus rostros de mañana, que es hoy)
es ahora el paisaje que tenemos enfrente.
--

A Leonardo y a mí nos dio por retocar un poema de Gil de Biedma:

En un nuevo país en plena crisis / algo así como Venezuela entre dos aguas,/ poseer un lugar común para atisbar lo que nos pasa./ No apresurarnos a cobrar las cuentas/ y lamentar cómo los nobles arruinados/ aprenden a odiarnos desde los mustios escombros de su inteligencia.

jueves, septiembre 09, 2004

Octavio Paz en Salsipuedes

04-09-04: El presente es perpetuo. Lo dijo Octavio Paz en un poema. Lo había dicho Machado antes: hoy es siempre todavía. Mañana ya es hoy y no nos dimos cuenta. Paz también dijo en el mismo poema (lo estoy recordando): “Ni astro ni alhaja/ fruta/ tú te llamas dátil/ Datia/ castillo de sal si puedes/ mancha escarlata/ sobre la piedra empedernida”.

En el castillo de sal si puedes escribo estas notas del sábado cuatro de septiembre, mientras me llega el olor de la comida que habré de disfrutar dentro de unos minutos, mientras suenan las campanas de la sala, mientras canta y deja de cantar un pájaro, mientras mi memoria habita y deshabita espacios en un abrir y cerrar de ojos, mientras miro un cerro de libros en el que diviso las Obras Selectas de San Juan de la Cruz sobre La hija de Homero de Robert Graves, mientras recuerdo a María Zambrano resumiendo a Platón en unos versos del mencionado Juan de Yepes, mientras tecleo, mientras busco la imagen de una cristalina fuente para cerrar esta anotación que el tedio me ha dictado.

domingo, septiembre 05, 2004

Los tres poetas del texto de Blaisten

Al final del texto de Blaisten que copié hace unas horas (era la hora de los poetas) aparecen unos versos sin mención de sus autores. Estoy seguro de que muchos saben que el suicida es Cesare Pavese (Y vendrá la muerte y tendrá tus ojos) y que el fusilado es Federico García Lorca (no le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre a la muerte que lleva). No estoy tan seguro de que muchos sepan quién es el negado, autor del verso con el número dos nace la pena. Se trata del poeta y novelista argentino Leopoldo Marechal. Negado por muchos, sí, pero nunca por Julio Cortázar.


Copio el soneto de Marechal de donde proviene el verso citado por Blaisten:


"DEL AMOR NAVEGANTE

Porque no está el Amado en el Amante
Ni el Amante reposa en el Amado,
Tiende Amor su velamen castigado
Y afronta el ceño de la mar tonante.


Llora el Amor en su navío errante
Y a la tormenta libra su cuidado,
Porque son dos: Amante desterrado
Y Amado con perfil de navegante.


Si fuesen uno, Amor, no existiría
Ni llanto ni bajel ni lejanía,
Sino la beatitud de la azucena.


¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena."


(Leopoldo Marechal)

En El Azar Concurrente se habla hoy de Blaisten

05-09-04: El pasado sábado 28 de agosto murió el escritor argentino Isidoro Blaisten. “Cerrado por melancolía” es uno de sus libros más conocidos. Dos de los periódicos argentinos que revisé para ver qué se había escrito sobre él con motivo de su muerte, emplean ese título para ilustrar el triste momento. Blaisten acababa de publicar su primera novela (“Voces de la noche”). Tenía 71 años. Era celebrado como excelente cuentista y como autor de libros a medio camino entre el ensayo y el relato. Yo adoro “Cuando éramos felices” y “Anticonferencias”. De este último -y por ser hoy domingo- quiero copiar un texto titulado “Miedo y poesía”:

"El poeta siempre llega tarde a todas partes. Sin embargo, hay una hora extraña en que el poeta llega antes que nadie. Es una hora peligrosa de la tarde. Peligrosa y amenazante. El color de esa hora es el color de los domingos a la tarde, precisamente a las seis de la tarde. Yo creo que a esa hora la humanidad agacha la cabeza. Entonces uno siente que el miedo se le va acercando, lo va cercando, de a poco, en círculos cada vez más chicos, más unánimes. Entonces surge el poeta, viene a la memoria. Todo lo que todos los poetas han ido escribiendo desde el centro del dolor, desde el delicado equilibrio de la locura. Todo va a estar ahí cuando el sol ya no está, cuando hay un solo ojo que nos mira y pasa la sombra del bisonte rápidamente a nuestro lado por la pared rota de una gruta oscura. Entonces todo ser humano desde el necio al soberbio va a recordar al suicida que escribió y vendrá la muerte y tendrá tus ojos; al fusilado que dijo no le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre a la muerte que lleva; y al negado que una vez dijo con el número dos nace la pena.

Para eso sirve la poesía"

(Anticonferencias, Para qué sirve un poeta)

La primera parodia que conocí de la memorable enumeración caótica que Borges profirió después de ver el Aleph, se debe a la espléndida pluma de Isidoro Blaisten. Está en su relato “El lector fracasado”, del libro “Cuando éramos felices”. Si estuviera de ánimo la copiaría. Otra vez será.

Isidoro Blaisten, entrerriano, era también un porteño de San Juan y Boedo, donde ejerció el noble oficio de librero. Le gustaba decirle a su analista, como el loco aquel: "No me cure la locura, doctor, es lo único que tengo".








miércoles, julio 14, 2004

Del primer Blog

Esta mañana desperté (¿acaso lo hice?) con la firme idea de buscar y comenzar a hacer un blog o bitácora o diario. Son las 4 de la tarde y creo que la tarea será mejor emprenderla a varias manos