miércoles, diciembre 29, 2004

Lo que pudo haber sido

29-12-04:

Las cosas como fueron. Es el título del volumen que reúne cuatro bellos libros de poesía de Eloy Sánchez Rosillo, antes del insuperable La vida . En un blog amigo puede leerse un poema de este libro: www.isladerobinson.blogspot.com

Las cosas como pudieron haber sido. Es el ejercicio que uno suele hacer y que frecuentemente lo condensa un verso de Darío: “la pérdida del reino que estaba para mí”.

Sin el dolor de Rubén, podríamos pensar en el avión que no tomamos un día (no se cayó, pero hubiéramos llegado a otra hora y conocido a la diosa ambarina). En la invitación que no aceptamos (nos esperaba en la cita la revelación de algún secreto). En los ojos que insinuaban algo, pero que nunca más volviste a ver. En el proyecto académico que debías concluir y que cambiaste por una incertidumbre de la que no te has arrepentido. En las ilusiones que sustituiste por otras ilusiones. En la película que dejaste de ver y que tiene la escena de toda tu vida. En la puerta que no tocaste una mañana. En esa otra puerta que no abriste una tarde. En la decisión de tus padres de no insistir en enviarte a Mérida a estudiar. En la llamada que no le contestaron a Cesare Pavese un día de agosto del 50...

P.D: Hay una edición de Las cosas como fueron (Tusquets) que incluye el quinto libro de poemas de Sánchez Rosillo: el ya mítico La vida. La primera edición de Las cosas como fueron la publicó Andrés Trapiello en La veleta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La luz no te recuerda



Entra la luz hoy en el cuarto como
entraba la otra tarde. Y no nos ve
aquí juntos de nuevo: no has venido.
Yo puedo recordarte.
Y te recuerdo, a solas, en esta habitación
—llena de nada ahora— que entonces compartimos.
Las palabras que hablamos, la música, tu risa,
y lo que entre nosotros sucedió en esas horas,
siguen viviendo en mí.
Pero la luz no te recuerda, porque
la luz ama el presente. Regresa sin memoria
a la estancia vacía. Y ya no sabe
que se enredó en tu pelo y que brilló en tus ojos,
que, a la vez que mis manos minuciosas, anduvo
despacio por tu cuerpo.
No, la luz no recuerda
haber estado aquí, contigo, con nosotros.
Llega, alegre y dorada,
al lugar en que ardiera la otra tarde la vida.
Y únicamente encuentra en su silencio
a un hombre recordando, recordándote:
un hombre triste, y derrotado, y solo.



Eloy Sánchez Rosillo