domingo, septiembre 05, 2004

En El Azar Concurrente se habla hoy de Blaisten

05-09-04: El pasado sábado 28 de agosto murió el escritor argentino Isidoro Blaisten. “Cerrado por melancolía” es uno de sus libros más conocidos. Dos de los periódicos argentinos que revisé para ver qué se había escrito sobre él con motivo de su muerte, emplean ese título para ilustrar el triste momento. Blaisten acababa de publicar su primera novela (“Voces de la noche”). Tenía 71 años. Era celebrado como excelente cuentista y como autor de libros a medio camino entre el ensayo y el relato. Yo adoro “Cuando éramos felices” y “Anticonferencias”. De este último -y por ser hoy domingo- quiero copiar un texto titulado “Miedo y poesía”:

"El poeta siempre llega tarde a todas partes. Sin embargo, hay una hora extraña en que el poeta llega antes que nadie. Es una hora peligrosa de la tarde. Peligrosa y amenazante. El color de esa hora es el color de los domingos a la tarde, precisamente a las seis de la tarde. Yo creo que a esa hora la humanidad agacha la cabeza. Entonces uno siente que el miedo se le va acercando, lo va cercando, de a poco, en círculos cada vez más chicos, más unánimes. Entonces surge el poeta, viene a la memoria. Todo lo que todos los poetas han ido escribiendo desde el centro del dolor, desde el delicado equilibrio de la locura. Todo va a estar ahí cuando el sol ya no está, cuando hay un solo ojo que nos mira y pasa la sombra del bisonte rápidamente a nuestro lado por la pared rota de una gruta oscura. Entonces todo ser humano desde el necio al soberbio va a recordar al suicida que escribió y vendrá la muerte y tendrá tus ojos; al fusilado que dijo no le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre a la muerte que lleva; y al negado que una vez dijo con el número dos nace la pena.

Para eso sirve la poesía"

(Anticonferencias, Para qué sirve un poeta)

La primera parodia que conocí de la memorable enumeración caótica que Borges profirió después de ver el Aleph, se debe a la espléndida pluma de Isidoro Blaisten. Está en su relato “El lector fracasado”, del libro “Cuando éramos felices”. Si estuviera de ánimo la copiaría. Otra vez será.

Isidoro Blaisten, entrerriano, era también un porteño de San Juan y Boedo, donde ejerció el noble oficio de librero. Le gustaba decirle a su analista, como el loco aquel: "No me cure la locura, doctor, es lo único que tengo".








1 comentario:

Biscuter dijo...

Daimon, corrige el nombre del blog. Lezama te va a salir,

saludos de

Altazor