jueves, julio 16, 2009

Una conferencia disminuida

En la Sala I


1. Tiene razón Rigoberto Lanz cuando dice que la Conferencia de París confirmó una paradoja académica: mientras más hablamos de transformación, menos nos transformamos. Es casi ineludible aceptar una vez más que no hay ámbito más conservador que el conformado por las universidades. Pienso, sin embargo, que al final de esta segunda Conferencia Mundial de la Educación Superior se pudo recuperar algún asomo de optimismo por la firmeza con la que algunas delegaciones de América Latina y el Caribe enfrentaron el pacto europeo y defendieron los acuerdos de la CRES. Expliquemos: del Comité de Redacción había salido una declaración en la que se hablaba de educación superior como “servicio público”. La voz unánime de los latinoamericanos logró que ese “habilidoso” enunciado privatizador fuese sustituido por la expresión “bien público”. Nuestra delegación, con la viceministra Tibisay Hung al frente, redactó un breve texto que circuló entre los países del Grupo Latinoamericano y del Caribe (Grulac) para que sirviese de orientación argumental en el debate que iba a darse en la última de las sesiones, la decisiva. El planteamiento difundido indicaba que hoy en día el derecho a la educación superior se encuentra amenazado por una fuerte tendencia hacia la mercantilización y que mal podría la UNESCO hacer caso omiso de esa realidad. Como instancia multilateral de la educación en el mundo está obligada a activar mecanismos que frenen cualquier acción que vulnere ese derecho. Agregaba la propuesta venezolana que una manera de abrirle cauce a la protección efectiva de la educación superior es su declaratoria como “bien público” y que limitarse a expresar que se trata de un “servicio público” es amputarle su carácter incluyente y universal, puesto que los servicios suelen beneficiar a quienes los pagan o a quienes contribuyen con su prestación. Los bienes públicos, en cambio, son de todos y apuntan inequívocamente hacia un derecho. Se recordó, además, de consuno con Brasil, Uruguay, Cuba y otros países, que ya la UNESCO en un documento de noviembre del 2008, había sostenido que la educación es un “bien público dirigido al disfrute de todos” y que de no ratificarse ese criterio en la II Conferencia Mundial de Educación Superior, la organización estaría apartándose inopinadamente de su propia doctrina, lo que sería algo peor que una ostensible incongruencia. Sería una inmensa falta de seriedad. Todos los países latinoamericanos cerraron filas en esa misma línea y lograron que al final de la sesión se declarara que la Educación Superior es un bien público y no un “servicio público”. De alguna manera podemos afirmar que los tozudos rezagos del neoliberalismo educativo fueron derrotados en ese momento por la perseverancia y coherencia de América Latina y el Caribe. Pero no nos hagamos ilusiones. Lo obtenido es muy poco. Mucho más avanzada que esta segunda Conferencia fue la primera y aún estamos como estamos.


2. Afirma Rigoberto Lanz, refiriéndose también a la Conferencia realizada la semana pasada, que “la magnitud de los esfuerzos y recursos puestos en escena contrastan con los discretos resultados”. Concuerdo con él, pero pienso que es necesario añadir que en esta ocasión los recursos fueron menores y que ello obedece tal vez a una sólida tendencia a disminuir el apoyo financiero para los programas multilaterales de educación superior. Al parecer, ya fue anunciado un recorte presupuestario del diez por ciento para el IESALC, así como la posibilidad de cerrar sus oficinas en Caracas. Todo ello podría formar parte de una reedición de las tesis del Banco Mundial, pero esta vez con el discurso tramposo y superficial de Bolonia, que tanta resistencia ha provocado en numerosos jóvenes europeos. No así en los estudiantes de utilería que fueron presentados en una sesión de la Conferencia para decir lindezas como la siguiente: “Estoy estudiando en la universidad porque quiero ser como Bill Gates”. Oído lo cual, con más dolor que asombro, confirmé que el gobierno de los Estados Unidos “de verdad verdad” retornó a la UNESCO.


3. A contracorriente de esa visión lamentable, Lorgio Vaca, Encargado de Negocios de la Delegación Permanente de Bolivia en la UNESCO, hizo una breve y sustanciosa intervención, probablemente la mejor de la Conferencia. Nos dijo el gran artista boliviano que la educación “superior” debe comenzar en la primaria. Recordó cómo en las culturas indígenas de su tierra no existe esa jerarquía positivista de la que tanto hacemos gala nosotros (superior/inferior) y abogó por una mayor presencia del arte en nuestros procesos educativos. Seguramente sus palabras seguirán siendo juzgadas bajo el prisma de la banalización de siempre: “bonitas”, “¡qué simpático el artista!”, pero nada más. Nada que comporte una conexión genuina con la sabiduría que esas frases contienen. Y es que el mundo académico es cerril y engreído y ostenta una inepcia clamorosa para el diálogo con saberes que no sean los suyos. Nos creímos el viejo cuento de lo “superior” y no hemos hecho otra cosa que reforzarlo con modelos académicos corporativos y soberbios. De allí que siempre estemos “transformándonos” de la boca para afuera y solazándonos en la molicie de las arrogancias epistémicas.

lunes, julio 06, 2009

Diario de una Conferencia

Tibisay Hung

Domingo 05-07-09: Llegamos ayer en la mañana, después de un viaje que se inició con una larga espera en Maiquetía y que siguió casi sin turbulencia alguna hasta el aeropuerto Charles de Gaulle. En el cálido domingo parisino apenas tuvimos tiempo de instalarnos en el hotel donde nos había reservado la embajada venezolana (a muy pocas cuadras de la UNESCO) y de almorzar en el amable bistró de enfrente. Nada de descanso, ni de lamentos por la maleta del compañero Luis Peñalver Bermúdez, dejada en Venezuela por Air France y que han prometido traer mañana. Nos esperaba de inmediato la jornada de acreditación en la II Conferencia Mundial de Educación Superior y la sesión inaugural de la misma. Allí, todo en orden, y en orden cartesiano, de paso, incluidos los discursos convencionales, muy de ese tonito “Unión Europea” que se ha impuesto en materia de educación superior por estas tierras. Salvo la intervención de una representante estudiantil francesa, que reivindicó el carácter de bien público de la enseñanza universitaria, el resto fue la monótona retórica del desarrollismo educativo, tal como lo podíamos prever por la lectura que hicimos del proyecto de Declaración Final que circula desde hace algunos días. La gran batalla de la Conferencia se dará, precisamente, en el Comité de Redacción de ese documento. Por fortuna, los venezolanos estaremos allí presentes, con la viceministra Tibisay Hung, a la cabeza, para proclamar valores y responsabilidad social.

Lunes: 06-07-09: Cielo azul, pero sólo para contemplarlo unos segundos. Hoy el trabajo ha sido intenso. Larga sesión mañanera para presentar los temas de las mesas paralelas. Por la tarde y hasta hace pocos minutos, acompañé a la viceministra Hung en la primera reunión del Comité encargado de redactar la Declaración Final. Nos topamos con lo que da la impresión de ser un acuerdo previo de Europa-USA, para no dejar que se introduzcan modificaciones al papel elaborado por ellos. Dada la mecánica de trabajo escogida, todo parece apuntar que no será fácil hacer valer nuestra propuesta latinoamericana (la del texto de Cartagena de Indias) donde sostenemos que la educación superior es un bien público, social y específico y no una actividad mercantil. Tampoco un espacio corporativo y anacrónico y menos aún, gremial y leguleyo. Allí abogamos por una educación no limitada a conceptos asépticos como el de la calidad, sino por una educación superior pertinente, comprometida con el pueblo. Los poderes fácticos, junto a cierto poder que impera en la UNESCO, pretendieron hoy que en nuestra mesa sólo se hablara inglés. El representante del Congo, que lo habla, amenazó con retirarse si no le permitían usar el francés. Al final, admitieron su uso. ¡Y pensar que la UNESCO celebró el año pasado el año del multilingüismo! Pese a los tropiezos, el equipo venezolano que, también lo conforma Rigoberto Lanz, seguirá batallando, junto a Brasil y Jamaica en el Comité de Redacción y junto a todos los demás países latinoamericanos en las otras mesas de una Conferencia donde se confrontan dos visiones del tema académico: la del mercado y la de los valores humanísticos.

Escribo casi como un corresponsal y no como un diarista. El tiempo apremia. Debo salir a otra reunión de trabajo. Dos de mis compañeros de delegación visitan París por vez primera, pero hasta ahora es como si estuvieran en Caracas o en Cumanacoa. Miento, se sienten felices por el entrecot con papas fritas que se comieron ayer y por la tarte tatin que probaron esta tarde. Y claro, por el sol de verano que se prolonga casi hasta las diez de la noche en una ciudad de luces que nunca se apagan.

miércoles, julio 01, 2009

Onetti centenario

Onetti nació el 1 de julio de 1909. Hoy cumple cien años

1. Desde 1968 mi memoria conserva la contratapa de un libro comprado a Alfredo Moreno en algún pasillo de la Universidad Central de Venezuela. El libro lo perdí casi de inmediato, dejándome un vacío que nunca termina de llenar la tenaz reaparición de unas palabras que hallé para siempre en su contraportada. Tal vez escritas por Angel Rama (editor del volumen), esas palabras resumían el libro, es decir, resumían –siguen resumiendo para mí- a Onetti. No las olvido: “Una mujer y un chivo en la estación Constitución, un médico novelista escéptico y humano, la arisca historia de una piedad viril, con los personajes de Juntacadáveres, Onetti recrea la vida ardiente y desolada de los jóvenes”. El libro perdido y jamás reencontrado, se llama, creo, Para una tumba sin nombre.

2. Onetti nos llegó con el llamado “boom latinoamericano”. No representaba, en rigor, a esa promoción de narradores ni venía con ellos en la cresta de la ola. Cuando ésta desapareció quedaron en la orilla algunos tesoros, nombres que habían permanecido inadvertidos durante muchos años y que dejaban, por fin, de pertenecer a un selecto y reducido grupo de iniciados.

3. Desde 1939 Onetti era una seña de identidad secreta para quienes ya habían explorado territorios narrativos diferentes al realismo galleguiano. Su primera novela, El Pozo, de la cual se publicaron quinientos ejemplares, con un dudoso dibujo de Picasso en la portada, sólo fue leída por unos seis o siete seres extraños de Montevideo. Sin embargo, eso fue suficiente para que se diera comienzo a la secta onettiana de la parte oriental del Río de la Plata. Esta secta tardará en llegar a Buenos Aires, donde Onetti discurrirá casi invisible durante dos décadas, trabajando en agencias publicitarias y escribiendo y publicando libros que no serán leídos sino muchos años después. Entre tanto, Ciro Alegría ganaba con El mundo es ancho y ajeno un concurso donde Onetti seguramente era la voz narrativa lúcida y discordante, pero incomprendida y, por su parte, Bernardo Verbitsky, con una novela tal vez prescindible y ahora olvidada, le arrebataba a Tierra de nadie, el primer premio de la editorial Losada. En fin, desencuentros habituales de la literatura, de los cuales Onetti pudo exhibir varias experiencias.

4. ¿Las páginas fundacionales terminan por imponerse? Vargas Llosa, con La casa verde, le gana a Onetti y su Juntacadáveres, en 1967, el premio de novela “Rómulo Gallegos” (otro desencuentro, esta vez, quizá, por llegar un poquito tarde).

5. Pero fue, precisamente, Mario Vargas Llosa uno de los primeros en apuntar el carácter fundacional de la obra narrativa de Onetti. Sobre El Pozo escribió lo siguiente: “Es la primera novela de un escritor hispanoamericano que crea un mundo riguroso y coherente, que importa por sí mismo y no por el material informativo que contiene, asequible a lectores de cualquier lugar y de cualquier lengua, porque los asuntos que expresa han adquirido, en virtud de un lenguaje y una técnica funcionales, una dimensión universal. No se trata de un mundo artificial, pero sus raíces son humanas antes que americanas, y consiste como toda creación novelesca durable, en una objetivación de una subjetividad”.

6. Onetti descendió al infierno tan temido. Toda su obra es una alusión a esa temporada en el infierno. Dos relatos memorables: El infierno tan temido y La novia robada. Una obra maestra: La vida breve. Suficiente para acompañar al hombre en su desgracia. Chapeau.

7. Juan Carlos Onetti fundó a Brausen que fundó a Santa María que fundó a Díaz Grey que fundó a Juan Carlos Onetti.

8. Todo Onetti puede ser leído como una vindicación del acto creador. Brausen salvándose por la literatura. Onetti mismo reviviendo en su cama de enfermo crónico, todos los días y todas las noches, para poder dejarnos un último regalo: Cuando ya no importe. La misteriosa entrega al acto de escribir y de inventar otro mundo, como modo ineludible de sobrevivencia. Onetti: una poética de la enfermedad que sólo admite al arte como cura.

9. Viajo a Santa María. Llevo La vida breve conmigo. Al pararme frente a la estatua de Brausen, de Dios-Brausen, ese héroe del existencialismo onettiano, abro el libro y busco la página 36 para rezar cuanto sigue: “Pero si yo no luchaba contra aquella tristeza repentinamente perfecta; si lograba abandonarme a ella y mantener sin fatiga la conciencia de estar triste; si podía, cada mañana, reconocerla y hacer que saltara hacia mí, desde una ropa caída en el suelo, desde la voz quejosa de Gertrudis; si amaba y merecía diariamente mi tristeza, con deseo, con hambre, rellenándome con ella los ojos y cada vocal que pronunciara, entonces, estaba seguro, quedaría a salvo de la rebeldía y la desesperación”.

10. Onetti murió en Madrid, en 1994. Estado o enfermedad causante directo de la muerte: Brausen, Santa María, todos ustedes, yo mismo. Hoy cumple cien años. Y no los aparenta.