lunes, noviembre 29, 2004

Eugenio Montejo

MONTEJO

El poeta que cantó a la pareja de Güigüe, el poeta que encontró sabiamente la antiquísima partitura de la cigarra, el poeta que aprendió el arte de la palabra en el taller blanco, el poeta cuyo padre era el panadero.

La poesía de Montejo nos regala paisajes, pájaros, viajes, ciudades.
Pero, sobre todo, nos regala la lectura poética
de esos paisajes de esos pájaros de esos viajes de esas ciudades

En ella se mezclan Güigüe y Lisboa,
la calle Marx, la calle Freud
y las calles de Caracas caminadas a tientas.
Por todas esas calles se llega a Itaca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Setiembre


Mira setiembre nada se ha perdido
con fiarnos de las hojas.
La juventud vino y se fue, los árboles no se movieron
El hermano al morir te quemó en llanto
pero el sol continúa.
La casa fue derrumbada, no su recuerdo.
Mira setiembre con su pala al hombro
cómo arrastra hojas secas.

La vida vale más que la vida, sólo eso cuenta.
Nadie nos preguntó para nacer,
¿qué sabían nuestros padres? ¿Los suyos qué supieron?
Ningún dolor les ahorró sombra y sin embargo
se mezclaron al tiempo terrestre.
Los árboles saben menos que nosotros
y aún no se vuelven.
La tierra va más sola ahora sin dioses
pero nunca blasfema.
Mira setiembre cómo te abre el bosque
y sobrepasa tu deseo.
Abre tus manos, llénalas con estas lentas hojas,
no dejes que una sola se te pierda.



Eugenio Montejo


Cantemos, pues, con el maestro, la luz de estos ya menos de 30 días.