sábado, marzo 03, 2007

Monólogo de otro jacobino

Dessalines

…Dije que iba a perdonar a todos los franceses que estaban escondidos. No me quedaba otra cosa, aunque me disgustara andar fingiendo. En el pasado mes de octubre fui coronado emperador del reino de este mundo...

Desde Filadelfia comerciantes y agentes de aduana me enviaron la corona. Los ingleses me regalaron la toga que lucí cuando entré triunfal a Le Cap en una hermosa calesa tirada por seis caballos. Mis generosos amigos estaban encantados por el precioso agregado que le hice a nuestra declaración de independencia: “Paz para nuestros vecinos. Pero maldito sea el nombre de Francia”.

Hay que acabar con los blancos y eso hice, cuidándome mucho de salvar a británicos, a estadounidenses y a uno que otro sacerdote. Prometí perdón y pacientemente esperé que los blancos salieran de sus guaridas. La matanza fue impecable. No quedó ni uno solo de los ilusos franceses.

Tengo las marcas del látigo en mi piel pero es a mí a quien llaman bárbaro.

Yo soy el temible Dessalines. Pronto Santo Domingo será mío...


2 comentarios:

Tecnorrante dijo...

debes cuidarte también de tus negros, de tus hombres, de tus mujeres, de los barriles de ron, de tus familiares, de los que te prometieron ayuda y de los que no lo hicieron...

los tronos no duran mucho en el reino de este mundo

Biscuter dijo...

Muy bien, Tecnorrante. En este secuencia de monólogos, pienso que debe haber un corifeo. Tú lo has comenzado.

Abrazos