...Creo que estoy asistiendo a una de esas jornadas trágicas de Argentina. Brasil hace faltas, pero no se ven. Argentina domina el balón, pero no concreta. El equipo argentino no parece el equipo argentino. Brasil le ha puesto escollos por todas partes y Argentina no ha sido capaz de vencerlos. Quedan 15 minutos. La cosa está cuesta arriba. Habrá que conformarse con lo que llaman “el gol de la honrrilla”, pero éste tampoco aparece. Riquelme acaba de hacer un remate que se va por encima del arco. Nada... Llegó el gol de Argentina. Lo mete Messi, pero un juez de línea uruguayo se lo quita, equivocándose ostensiblemente como lo dice Panchi Blavia. Lo demuestra con el video que acaba de verse. Le robaron el gol a Argentina. Eso forma parte de este libreto de fatalidades... Tiro de esquina a favor de Argentina. Nada… Falta contra Messi… Ahora quedan tres minutos, más tres de descuento. Falta a favor de Argentina… Creo que ahora Argentina meterá el gol de la honrrilla. Ya viene, ya viene… Riquelme cobrará. No. Le pegó arriba... Faltan cuatro minutos...
Esto parece que va a quedar así. Ya acaban de anunciar los tres minutos de descuento... En tres minutos no se meten tres goles. Bueno. En tres minutos se pueden meter tres goles, pero en la literatura fantástica, no en el terreno de juego, ni menos todavía en el Pachencho Romero, atiborrado de venezolanos que van a Brasil... Pienso que otra cosa hubiese ocurrido si el juego final se hubiera realizado en el amable estadio de Barquisimeto...
Ya cae el telón. El íntimo cuchillo en la garganta.
(Fragmento final de la anotación que hice en mi diario durante el juego fatídico)