miércoles, julio 09, 2008

Alienación, consumo y espectáculo

Karl Marx

Recuperar el sentido de las palabras es recuperar también una práctica de higiene intelectual que la hojarasca de ciertas modas ha querido abolir. Usemos de una vez uno de los conceptos convocados por este encuentro: venimos de un largo y extenso proceso de alienación, merced al cual hemos perdido hasta nuestro territorio más entrañable: la palabra.

Ya no llamamos a las cosas por su nombre ni empleamos los viejos vocablos que sirvieron, gracias al esfuerzo intelectual de pensadores como Karl Marx, para iluminar las zonas más oscuras de la realidad social. Abandonamos expresiones como "sociedad de consumo", "alienación", "lucha de clases", por sesentosas o anticuadas. No hablamos. "Comunicamos". Y si hablamos no es para decir cosas, sino para señalar imágenes en este reino del espectáculo en que nos movemos, o en que nos mueven, para ser más exactos.

Estar alienado es dejar de pertenecer a una memoria, a una tradición, a una cultura, a uno mismo. Es el desarraigo total, condición indispensable para que prospere la hegemonía demoledora del capitalismo y para que el consumo nos consuma vertiginosamente, como la tecnolatría lo ordena. El consumo es, simultáneamente, un acto de posesión y de desposesión. No establecemos una relación verdadera con nada. El mercado nos obliga al desecho inminente. La inercia de su funcionamiento es irrefrenable y la autodegradacion es su lema.

Muy lejos estamos del vínculo que antaño podíamos establecer con lugares, seres y cosas de nuestro afecto. Una normalidad patológica nos circunda. Uniformamos lenguajes, programas educativos, opiniones y hasta sueños, según el código legitimado en nuestras democracias del consenso y de la cohesión. Nada que ver con la belleza del personaje de una película que ahora recuerdo. Me refiero al viejo ex-marino de En construcción (filme del español José Luis Guerín) capaz de invertir la lógica del mercado y de transformar la basura en una maravilla cotidiana. Cartonero o recogelatas del barrio chino de Barcelona (hoy Raval), el adorable viejo de la película va sacando de su bolso tesoros y tesoros que llenan su vida y que gracias a su imaginación lo concilian con el mundo y le permiten tener “caprichos de gente caprichosa” y no burda y tediosamente el objeto de moda que se compró el vecino.

3 comentarios:

Karlinhos dijo...

muy cierto mi estaimado, al convertirnos una sociedad de consumo, no solo perdemos la identidad queienes somos, al dejar de lado nuestras costumbres y tradiciones en pocas palabras alienarnos con nuestra propia cultura, olvidamos quienes somos, y al no saber quienes somos, jamas podremos saber donde vamos, este es un circulo vicioso en el cual estaremos imersos si somos personas esclavizadas por el consumismo, por esto la sencilles malentendida por muchos como falta de poseciones materiales, nos hace libres al no vivir bajo la presion de una sociedad consumista, de esta manera ser mas sencillos, al ser mas sencillos somos mas humildes,al ser mas humildes somos mas naturales, al ser mas naturales somos mas autenticos, al ser mas autenticos estamos mas en contacto con nosotros mismos, y por lo tanto mas en contacto con nuestra cultura, que a su vez no deja mayor paz, y su vez mayor felicidad. Para finalizar cito a Nietzsche el nos decia "La sencilles y la Naturalidad son el supremo y ultimo fin de la Cultura"

Anónimo dijo...

Me encanta tu comentario...es cierto, estamos perdiendo el uso de la magia,a través de la palabra. Y de la expresión del sentimiento. Y como te refieres a una película, quiero hablarte de otra: Wally, en el que un robot recogedor de basuras y va apartando algunas cosas que para él tienen significado especial: un CD, un mechero, un portaretratos, cosas que nosotros desechamos a diario porque estamos perdiendo el don de la sensibilidad. Ya no somos los mismos. Pero estamos a tiempo de rescatar la palabra, de recuperar el sentido, de sabernos y sentirnos personas, de reconocernos en el amor y en la capacidad de vivir por vivir, no para consumir.

Biscuter dijo...

Gracias Senshi y Yolanda por sus estupendos comentarios.

Un abrazo y la adhesión de

Biscuter