viernes, junio 10, 2005

La tarde perdida y recobrada


El fetichismo literario

Esa tarde Luisana se preguntaba a dónde íbamos. Habíamos dejado la avenida de Champs Elysées y tomado la calle Washington, sin rumbo cierto, hasta que nos topamos con el boulevard inmenso.

Nos quedó este registro:

La soledad del boulevard Haussmann a esa hora de la tarde.

El parecido de todas las fachadas.

La anchura interminable de la calle.

Y, por fin, tras la fatiga,

"la única ventana en la que todavía hay luz encendida",

la casa de la memoria,

el templo literario

y la foto.

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