domingo, abril 27, 2008

Tocar la puerta no es entrar


Hoy en el parque del Este vimos tres periquitos carasucia, un carpintero y un cardenalito. Suficiente para comenzar bien el día.

Pienso que podría ensayar algún haikú para el cardenalito:

Rojo en la rama.
El día se detuvo hoy
silencioso en sus plumas
.

Pero no es fácil. Ya sé que no me salió lo que quería. Tendría que ser algo más redondo y no el inicio de una frase que se interrumpe. El haikú debe parecerse a un enigma, pero a un enigma completo, es decir, a un enigma que incluya su respuesta.

Quieto en su rama,
me sorprendió en el parque.
Silencio y fulgor.

Pensativa. Roja
en la rama seca,
la belleza tiene alas.


Nada. Que no sale ni vuela. Toco lo puerta, pero no entro. Tal vez me aproxime al tono, pero no al efecto que busco. Debería insistir, como todo poeta que se respete, pero ¿lo soy yo? y si lo fuera, ¿me respeto, acaso? Creo que lo que a veces respeto es la idea de no ser poeta de verdad. Que se me perdonen, entonces, las ocasiones en que desacato esa conciencia. Como la de hoy, por ejemplo.

sábado, abril 19, 2008

Octavio Paz murió inmortal

Foto de Paulina Lavista

Hoy se cumplen diez años de la muerte de Octavio Paz. Busco en la memoria unos versos suyos para insertarlos en un inolvidable párrafo de Borges y cometer el arbitrio de un homenaje personal que los enlace:

El río es un tiempo que se curva, avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre, pero Octavio Paz es ese río encarnado de la literatura mexicana. El tiempo es un tigre que me destroza, pero Octavio Paz es ese tigre en el horóscopo chino. El tiempo es un fuego que me consume, pero Octavio Paz es ese fuego de cada día.

domingo, abril 13, 2008

Cardenalito


Hoy, como todos los días, Cuchi y yo caminamos en el parque del Este. El martes pasado tuvimos la dicha de ver a un cardenalito que posaba, quieto y misterioso, en su rama. Desde entonces, cada mañana llevo la esperanza de reencontrar su límpida belleza inesperada, el gesto sereno de su prodigio inalcanzable.

Hoy estaba, antiguo e invisible.

domingo, abril 06, 2008

Garcilaso


El poeta inicia su trabajo con un prólogo
donde se alude con fuerza a la palabra,
y al secreto de la bellísima voz a ti debida.

Es una voz –se sabe- que detiene las aguas del olvido
y que redime a un hombre que, sin dejar la espada,
la pluma tomó
para escribir endecasílabos.

Por el Tajo innumerable su palabra
me conduce a la espesura.

Y desde la cumbre donde Toledo asombra,
“de antiguos edificios adornada”,
el poeta sorprende al lector de su Egloga tercera,
en el preciso instante en que un verso
acaba de abolir su desamparo.

Lectura


Noche de lectura en mi casa de la 17. Me dejaba llevar por las palabras, sobre todo por aquellas que no entendía y que me iba diciendo a media voz. Esas palabras me iluminaban sin saber por qué. No importaba saberlo. Las leía en poemas que me siguieron gustando durante mucho tiempo. Eran poemas insomnes. Yo tomaba café y me internaba en la penumbra.

Después recuerdo un laberinto, un laberinto que leía en voz alta, ya en la mañana. Allí se hablaba de la muerte de Ariadna. Y a mí me gustaba Ariadna S, la distante Ariadna que vivía en la 18...