martes, octubre 18, 2011

No fue un plagio a Borges. Fue a Cabrera Infante

 
 Borges, por Diane Arbus
Cabrera Infante


Mucho antes de Fernández Mallo, el juego borgeano sobre textos de Borges ya constituía uno de los muchos modos de homenajear (o profanar) al gran escritor porteño. En un pequeño y olvidable libro de ensayos publicado en 1984, el autor de este blog incurrió en esa práctica que algunos todavía creen plagio, Kodama entre ellos.

Con ironía avant la lettre, debo informar que el hipotexto borgeano de Incisiones (así se titula ese viejo librito) era, precisamente, una hermosa dedicatoria a María Kodama. Mi ironía (la de entonces, no la de ahora) consistió en presentar expresamente la dedicatoria que hice a mi padre, no como un plagio a Borges, sino a Cabrera Infante. Copiaba el recurso, no el texto.  Eran dos homenajes en uno. O tres (incluía a Kodama de modo oblicuo) o hasta cuatro, porque, desde luego, allí estaba mi padre, inocente en todo eso.  

Transcribo el cuerpo del delito, protegido de las amenazas de Kodama, no sólo por la prescripción de una posible causa legal, sino por el desconocimiento absoluto de este remoto y pequeño antecedente de “plagio” que se defendió a sí mismo con una anticipada y socarrona confesión:


IMPRESIÓN

Del número de hechos indescifrables que conforman el mundo o el decurso de las horas, la dedicatoria de un libro no es precisamente el menos esotérico. Se la aprecia como un tributo, una gracia. Abstracción hecha de la displicente moneda que la costumbre cristiana deposita en la mano del miserable, todo presente auténtico es mutuo. Quien da no prescinde de lo que da. Entregar y recibir son lo mismo.

Similar a cualquier acto del cosmos, la ofrenda de un libro es un ritual. Aun podría considerarse como la manera más nítida de decir un nombre. Yo digo en este instante el suyo, José Manuel Castillo Díaz. Cuántas alboradas, cuántas lluvias, cuántas vegetaciones del Este y del Oeste, cuántos poetas.

FCC
Barquisimeto, 8 de julio de 1983.

(La dedicatoria de este libro no es, como algún lector atento podría creer, un plagio a Borges. Es un plagio sí, pero a Cabrera Infante. Interesados revisar el epílogo de Exorcismos de esti(l)o).
                                             


No hay comentarios.: