miércoles, diciembre 27, 2006

Puig Antich y el necesario desolvido




26-12-06: Día de San Esteban. La mañana está fresca.

Acabo de leer en la edición digital de El País una noticia que me trajo el recuerdo de una mañana nublada del año 74 en Barcelona. Sería el mes de marzo. No lo preciso en este momento. Lo cierto es que era sábado y caminando por las Ramblas me enteré de que habían ejecutado a Puig Antich. Compré el periódico en el que venía la noticia. Yo había seguido el caso por la prensa y me temía el fatal desenlace. Sabía que iba a indignarme mucho. Y así fue. Me fui a la casa y escribí de inmediato una nota que titulé “España urgente”. La envié poco después al diario Punto en Venezuela, firmada con un pseudónimo: Héctor Hernández. El breve artículo fue publicado a los pocos días. Creo que comenzaba diciendo que "los verdugos oficiales de España vuelven a tener trabajo" y que uno de ellos había llegado el viernes a Barcelona para accionar el “garrote vil” contra un joven catalán a quien acusaban de haber dado muerte a un policía, cuando todo indicaba que Puig Antich había participado en un enfrentamiento y, por supuesto, se había defendido.

La noticia que me trajo hoy ese recuerdo refiere que las hermanas de Puig Antich han pedido de nuevo la revisión del juicio que condenó a muerte a Salvador. Tienen ya localizado a un testigo clave: el médico que le hizo la autopsia al policía. Al parecer, hay versiones contradictorias sobre esa muerte y es posible ahora conocer la verdad. ¡Albricias! Según las versiones de entonces, del arma empleada por Puig Antich salieron tres balas, pero el cuerpo del policía estaba “cosido a balazos”. ¿Quién le hizo los otros disparos? A pesar de todo eso, la nota de El País no es optimista. Y es que existe una tendencia -que parece tener peso en la alta magistratura- de no revisar sentencias del pasado, bajo el argumento hipócrita de que es necesario “olvidar”. Mejor dicho, de que es necesario dejarse embaucar por “el paquete chileno” (de algunos chilenos), conforme al cual lo sano es la “concertación”, no importando para nada las heridas abiertas en la familia de las víctimas, ni la verdad, ni la historia, ni, en fin, los seres humanos.

Sobre el caso de Puig Antich se hacen ahora películas. Espero que pronto también se haga justicia.

P.D: Hará unos cinco años, leyendo una de las novelas "menores" de Muñoz Molina (El dueño del secreto), también vino a mi memoria la mañana nublada que siguió a la ejecución de Puig Antich. En una de sus páginas el protagonista ve un periódico y se entera del vil garrotazo. Por un momento sentí que yo era ese personaje, aunque hubiera estado en Barcelona y no en Madrid, sitio donde Muñoz Molina desarrolla su historia.

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