martes, septiembre 28, 2004

Octavio Paz en París

Una noche, en la rue Bonaparte, eramos dos. El otoño avanzaba con pasos de ciego hacia el centro de París. Cuando caminábamos hacia la rue Jacob, la vimos. Era la prostituta que cruza la noche, bella como una papisa, en un poema de Octavio Paz. Algo se prepara, me dijo Martín y tomó una foto donde sólo podrá verse el verduzco muro surrealista de las fugas.

sábado, septiembre 25, 2004

Réquiem por la Coordinadora Democrática

"El impaciente no sabe transmutarse: un Dios le posee o él mismo se cree Dios. Sin máscaras, sin velos, arde ante los ojos de los demás como si ya efectivamente -en este mundo de la necesidad- todo fuera posible. Ríe, discursea, se apodera de cosas a puñados, blasfema candorosamente, se coge la cabeza enfebrecida con las manos. Desgarra, destripa, muerde con desconsideración suicida el corazón tapado de las cosas; nadie responde por él y es como un titiritero de plata blanca que hiciese sus ejercicios sin red sobre las cataratas del Niágara, que le ignoran y han de tragarle. Nada puede sacarse de él porque todo lo tiene ya fuera, impúdico hombre-anuncio de lo ilimitado. En todo asunto y ante todo quiere llegar hasta el fondo, de inmediato; ni siquiera se le ocurre preguntarse si habrá algún fondo al que llegar...
...Político, reglamenta hasta los suspiros de la multitud que se resiste a ser perfectamente dichosa, decreta diariamente, mañana y tarde, el asalto definitivo del castillo del Amo, o se convierte él mismo en pura dinamita y sin tardanza la mecha de la conflagración que debe fulminarle."

Fernando Savater

jueves, septiembre 16, 2004

Cortázar y el humor. Claves para una estética cuántica

"El humor es una de las cosas más serias de la existencia. Yo, desde muy niño, sentía que el humor era una de las formas con las cuales era posible hacerle frente a la realidad, a las realidades negativas sobre todo. Si cuando sucedía algo desagradable te defendías a base de humor, salías mejor parado que tu amigo o compañero que no disponía de esa arma, que no veia más que lo trágico. Bueno, de ahí a lo lúdico no hay más que un paso. Porque quien tiene sentido del humor tiene siempre la tendencia a ver diferentes elementos de la realidad que lo rodea, una serie de constelaciones que se articulan y que son en apariencia absurdas. Todas las frases del humor tienen ese elemento de absurdo, que cosa que no funciona dentro de una lógica aristótelica. Yo sentí que eso era una especie de para realidad, es decir, una realidad que está a tu disposición en la medida que vos la sepas asumir y la sepas utilizar"

Maimónides

Conocido también como Rambam (por las iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon) dejó un inmenso e impresionante legado. Filósofo, médico y físico nacido en la convulsa córdoba medieval, supo recoger saberes de varias tradiciones religiosas (en particular el islam, cristianismo y el judaismo) y fue capaz de transmitirlos para que cualquiera los aceptara desde sus posturas. Juan Pedro Monferrer, profesor de la Universidad de Córdoba, opina que "Maimónides representa el papel de una persona capaz de aunar desde un punto de vista judío las posibilidades de convivencia con el resto de la comunidades a través de la labor intelectual". A casi diez siglos de distancia es necesario reestudiar y revitalizar el legado de Maimónides, su mensaje de sensatez. Debemos ir a la sinagoga de Miaimónides (donde podían acudir gentes de cualquier creencia) en la búsqueda de consejo y curación. Su invocación, que a continuación transcribo, se expresa por si misma:

Invocación

"Dios, llena mi ama de amor por el arte y por todas
las criaturas. Aparta de mi la tentación de que la sed
de lucro y la búsqueda de la gloria me influencien en el
ejercicio de mi profesión. Sostén la fuerza de mi corazón
para que esté siempre dispuesto a servir al pobre y al
rico, al amigo y al enemigo, al justo y al injusto.
Haz que no vea más que el hombre en aquel que
sufre. Haz que mi espíritu permanezca claro en toda
circunstancia: pues grande y sublime es la ciencia que
tiene por objeto conservar la salud y la vida de todas las criaturas.

Haz que mis enfermos tengan confianzan en mi y en
mi arte y que sigan mis consejos y prescripciones. Aleja
de sus lechos a los charlatanes, al ejército de parientes
con sus mil consejos y a los vigilantes que siempre lo
saben todo; es una casta peligrosa que hace fracasar por
vanidad las mejores intenciones.
Concédeme, Dios mío, indulgencia y paciencia con los
enfermos obstinados y groseros.

Haz que sea moderado en todo, pero insaciable en mi
amor por la ciencia. Aleja de mi la idea de que lo puedo
todo. Dame la fuerza, la voluntad y la oportunidad de
ampliar cada vez más mis conocimientos, a din de que
pueda procurar mayores beneficios a quienes sufren.
Amén!


miércoles, septiembre 15, 2004

Paul Celan

A las cinco y veinte de la mañana, Paul Celan. A las cinco y veinte de la mañana Paul Celan nombra voces, “voces en lo verde/ de la superficie de aguas rayada”. A las cinco y veinte de la mañana en unos versos de Paul Celan, aparece el alción, “pájaro de nieve” y se sumerge. A las cinco y veinte de la mañana leo voces en silencio.

martes, septiembre 14, 2004

Botas

En la vieja antología de poesía española titulada “Las voces y los ecos” leo poemas de Víctor Botas. También encontré en internet poemas suyos que me gustan. Botas era asturiano. Murió antes de cumplir cuarenta años, en el 94. Cuando se publicó la antología que ahora tengo en mis manos, antología ya legendaria, Víctor Botas tenía 35 años y había publicado “Las cosas que me acechan”. Leí que el antólogo fue también su editor. Me refiero a José Luis García Martín, un polémico personaje de la vida literaria española de hoy en día. Leo y copio un poema de Víctor Botas:

SIN EMBARGO...

Días de soledad y leve lluvia
acechando tu paso en la estratégica
penumbra de algún bar. Vuelan las horas,
vuela el viento en la calle. La mañana
se me hace pese a todo interminable
en aquella inquietud —el cigarrillo
agoniza en mis dedos temblorosos,
el café se me enfría—; tú no acabas
de venir a cruzar la incierta esquina.
De Quincey (cuenta Borges) no dejaba
de buscar a su Anna por las calles
de Londres. Vano empeño. Claro que
ni tú eres esa Anna ni soy yo
el pobre de De Quincey. Ni esta birria
de pueblo es la soberbia Londres.
Sin embargo...

(Las rosas de Babilonia)


“Ni esta birria de pueblo es la soberbia Londres”. Lo que uno siempre –colonizado al fin- dice en esos casos. Pero uno, aunque la deteste a veces, termina adorando a su pequeña y pobre Itaca y buscando en ella a Laura, a Filomena, a Beatrice, a Anadiómena, a Anna, a la Maga, a Asia, a Nadja, a Cuchi. Y con Víctor Botas podemos, después de los lamentos, terminar escribiendo “sin embargo”.

domingo, septiembre 12, 2004

Las ruinas de la inteligencia

12-09-04: Leonardo comparte conmigo una decepción:

Las ruinas de la sensibilidad y su rostro verdadero
(no vimos ayer sus rostros de mañana, que es hoy)
es ahora el paisaje que tenemos enfrente.
--

A Leonardo y a mí nos dio por retocar un poema de Gil de Biedma:

En un nuevo país en plena crisis / algo así como Venezuela entre dos aguas,/ poseer un lugar común para atisbar lo que nos pasa./ No apresurarnos a cobrar las cuentas/ y lamentar cómo los nobles arruinados/ aprenden a odiarnos desde los mustios escombros de su inteligencia.

jueves, septiembre 09, 2004

Octavio Paz en Salsipuedes

04-09-04: El presente es perpetuo. Lo dijo Octavio Paz en un poema. Lo había dicho Machado antes: hoy es siempre todavía. Mañana ya es hoy y no nos dimos cuenta. Paz también dijo en el mismo poema (lo estoy recordando): “Ni astro ni alhaja/ fruta/ tú te llamas dátil/ Datia/ castillo de sal si puedes/ mancha escarlata/ sobre la piedra empedernida”.

En el castillo de sal si puedes escribo estas notas del sábado cuatro de septiembre, mientras me llega el olor de la comida que habré de disfrutar dentro de unos minutos, mientras suenan las campanas de la sala, mientras canta y deja de cantar un pájaro, mientras mi memoria habita y deshabita espacios en un abrir y cerrar de ojos, mientras miro un cerro de libros en el que diviso las Obras Selectas de San Juan de la Cruz sobre La hija de Homero de Robert Graves, mientras recuerdo a María Zambrano resumiendo a Platón en unos versos del mencionado Juan de Yepes, mientras tecleo, mientras busco la imagen de una cristalina fuente para cerrar esta anotación que el tedio me ha dictado.

domingo, septiembre 05, 2004

Los tres poetas del texto de Blaisten

Al final del texto de Blaisten que copié hace unas horas (era la hora de los poetas) aparecen unos versos sin mención de sus autores. Estoy seguro de que muchos saben que el suicida es Cesare Pavese (Y vendrá la muerte y tendrá tus ojos) y que el fusilado es Federico García Lorca (no le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre a la muerte que lleva). No estoy tan seguro de que muchos sepan quién es el negado, autor del verso con el número dos nace la pena. Se trata del poeta y novelista argentino Leopoldo Marechal. Negado por muchos, sí, pero nunca por Julio Cortázar.


Copio el soneto de Marechal de donde proviene el verso citado por Blaisten:


"DEL AMOR NAVEGANTE

Porque no está el Amado en el Amante
Ni el Amante reposa en el Amado,
Tiende Amor su velamen castigado
Y afronta el ceño de la mar tonante.


Llora el Amor en su navío errante
Y a la tormenta libra su cuidado,
Porque son dos: Amante desterrado
Y Amado con perfil de navegante.


Si fuesen uno, Amor, no existiría
Ni llanto ni bajel ni lejanía,
Sino la beatitud de la azucena.


¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena."


(Leopoldo Marechal)

En El Azar Concurrente se habla hoy de Blaisten

05-09-04: El pasado sábado 28 de agosto murió el escritor argentino Isidoro Blaisten. “Cerrado por melancolía” es uno de sus libros más conocidos. Dos de los periódicos argentinos que revisé para ver qué se había escrito sobre él con motivo de su muerte, emplean ese título para ilustrar el triste momento. Blaisten acababa de publicar su primera novela (“Voces de la noche”). Tenía 71 años. Era celebrado como excelente cuentista y como autor de libros a medio camino entre el ensayo y el relato. Yo adoro “Cuando éramos felices” y “Anticonferencias”. De este último -y por ser hoy domingo- quiero copiar un texto titulado “Miedo y poesía”:

"El poeta siempre llega tarde a todas partes. Sin embargo, hay una hora extraña en que el poeta llega antes que nadie. Es una hora peligrosa de la tarde. Peligrosa y amenazante. El color de esa hora es el color de los domingos a la tarde, precisamente a las seis de la tarde. Yo creo que a esa hora la humanidad agacha la cabeza. Entonces uno siente que el miedo se le va acercando, lo va cercando, de a poco, en círculos cada vez más chicos, más unánimes. Entonces surge el poeta, viene a la memoria. Todo lo que todos los poetas han ido escribiendo desde el centro del dolor, desde el delicado equilibrio de la locura. Todo va a estar ahí cuando el sol ya no está, cuando hay un solo ojo que nos mira y pasa la sombra del bisonte rápidamente a nuestro lado por la pared rota de una gruta oscura. Entonces todo ser humano desde el necio al soberbio va a recordar al suicida que escribió y vendrá la muerte y tendrá tus ojos; al fusilado que dijo no le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre a la muerte que lleva; y al negado que una vez dijo con el número dos nace la pena.

Para eso sirve la poesía"

(Anticonferencias, Para qué sirve un poeta)

La primera parodia que conocí de la memorable enumeración caótica que Borges profirió después de ver el Aleph, se debe a la espléndida pluma de Isidoro Blaisten. Está en su relato “El lector fracasado”, del libro “Cuando éramos felices”. Si estuviera de ánimo la copiaría. Otra vez será.

Isidoro Blaisten, entrerriano, era también un porteño de San Juan y Boedo, donde ejerció el noble oficio de librero. Le gustaba decirle a su analista, como el loco aquel: "No me cure la locura, doctor, es lo único que tengo".