jueves, diciembre 30, 2004

Intento escribir una sextina

30-12-04:

Estoy en la sala. El sol de la tarde llega hasta mis pies. Piso las sombras de las hojas. Piso la luz. El sol de diciembre en esta casa cumple años, cumple una edad amable de silencios. Intento escribir otra sextina. Veré si puedo.

Recuerdo a José Gorostiza. Lo recordé en el párrafo anterior. Recordé un verso suyo: “Cumple una edad amarga de silencios”.

Esta estrofa sería la primera de la sextina en ciernes:

Me habita en esta hora una extraña
Sensación de miedo, es tal vez
la
Misma sensación que de
sorpresa
Me tomó una inolvidable tarde
de
Diciembre. Descansaba sobre
este
Sofá y estaba frente al mismo cielo.


(Las últimas palabras forman un verso de Lezama Lima)



La Cruz del Sur

Una sextina en este blog amigo:

www.frentealmarrojo.blogspot.com

miércoles, diciembre 29, 2004

Lo que pudo haber sido

29-12-04:

Las cosas como fueron. Es el título del volumen que reúne cuatro bellos libros de poesía de Eloy Sánchez Rosillo, antes del insuperable La vida . En un blog amigo puede leerse un poema de este libro: www.isladerobinson.blogspot.com

Las cosas como pudieron haber sido. Es el ejercicio que uno suele hacer y que frecuentemente lo condensa un verso de Darío: “la pérdida del reino que estaba para mí”.

Sin el dolor de Rubén, podríamos pensar en el avión que no tomamos un día (no se cayó, pero hubiéramos llegado a otra hora y conocido a la diosa ambarina). En la invitación que no aceptamos (nos esperaba en la cita la revelación de algún secreto). En los ojos que insinuaban algo, pero que nunca más volviste a ver. En el proyecto académico que debías concluir y que cambiaste por una incertidumbre de la que no te has arrepentido. En las ilusiones que sustituiste por otras ilusiones. En la película que dejaste de ver y que tiene la escena de toda tu vida. En la puerta que no tocaste una mañana. En esa otra puerta que no abriste una tarde. En la decisión de tus padres de no insistir en enviarte a Mérida a estudiar. En la llamada que no le contestaron a Cesare Pavese un día de agosto del 50...

P.D: Hay una edición de Las cosas como fueron (Tusquets) que incluye el quinto libro de poemas de Sánchez Rosillo: el ya mítico La vida. La primera edición de Las cosas como fueron la publicó Andrés Trapiello en La veleta.

domingo, diciembre 26, 2004

Carpentier, Caracas y lo real maravilloso

26-12-04:

Hoy Alejo Carpentier estaría cumpliendo cien años. Los está cumpliendo, en realidad. Vuelve a sus calles de La Habana, vuelve a sus columnas, vuelve a la casa de El siglo de las luces. Vuelve al reino de este mundo. Y lo leo en paz esta mañana.

En una conferencia que dio en Yale, en 1979, dijo esto:

Yo que he asistido del cuarenta y cinco al cincuenta y cinco -diez años- a la transformación de Caracas, he visto esto que es inconcebible para un europeo, y forma parte de lo que podemos llamar lo real maravilloso americano. En Caracas ha pasado esto que, vuelvo a decirlo, es inconcebible para un europeo: se ha tomado una ciudad, se ha borrado y se ha colocado otra en su lugar, sencillamente. Yo he estado en Caracas hace tres años, y con mucho trabajo, todavía encontré algunos vestigios -unas cuantas casas, una tienda con un letrero floreado a la manera antigua de cuando Caracas era la ciudad de los techos rojos. Hoy es la ciudad del cristal, del vidrio, del cemento armado, de la locura...


viernes, diciembre 24, 2004

Ulises

24-12-04:

La figura de Ulises (o su sombra, según Piero Boitani) atraviesa casi toda la literatura occidental. Desde Virgilio hasta Goethe pasando por Dante. Y desde Goethe hasta todo el siglo XX.

Antes de Virgilio, Platón. Y en el siglo XX, Joyce, Pound, Borges, Canetti, entre otros, tuvieron presente a Ulises.

Prefiero la Odisea a la Ilíada. ¿Será esa preferencia mi talón de Aquiles? Como ven, no puedo escapar de la Ilíada, aunque prefiera la Odisea.

Leo en el libro de Boitani que William Golding le dijo una noche que "quien prefiere la Odisea a la Ilíada tiene corazón de mujer". Con Boitani digo yo: es un honor formar parte, aunque sólo sea a través de la poesía, del sexo femenino.

Todas las imágenes de Cernuda

24-12-04:

Cuatro y media de la mañana. Me asomo al balcón y contemplo el cielo nublado. Sólo veo una luz que titila y pasa. Debe ser un avión que está volando a mucha altura porque no oigo ruido alguno. Hace un poco de frío. Mis vecinos duermen. La ventana abierta de un apartamento me deja ver la pantalla de un televisor que dejaron encendido. Retorno a la sala. La siento cálida, acogedora.

El año comienza a despedirse en serio. Ya no es cuento. Hoy es víspera de la navidad. Cuchi hará un pavo que llevaremos a la cena de esta noche en casa de los Guerrero. Yo sigo sin muchas ganas de ir, pero iré.

Tengo cerca varios libros. Uno de ellos es 2666, de Bolaño, cuya lectura tuve que interrumpir a mi pesar. Anoche enganché nuevamente en sus páginas. Otro libro al que puedo echar mano para que me acompañe esta mañana del 24 de diciembre del 2004 es el volumen III de la Obra Completa de Luis Cernuda. Lo abro y leo en una de sus últimas páginas: “Una mujer sale del espejo. Me enamoraré de ella, y escucharé a su lado cómo va tornándose blanco, próxima ya la playa, el verdor de las olas”.

Miro la ventana. Es un espejo. No sale de él una mujer. Corrijo: Oigo la ventana. Es una mujer. Sale de ella un espejo. Y del espejo sale un cuadro de Felipe Herrera.

Si no temiese despertar a Cuchi y a mis hijos, pondría a todo volumen música de Tomás Luis de Victoria en este momento para hacer visibles todas las imágenes de Cernuda.

miércoles, diciembre 22, 2004

Marcel Duchamp

21-12-04:

Seis de la mañana. Reanudo la lectura de 2666.

Pienso en la poesía de Leopoldo María Panero, mientras Lola, en las páginas de Bolaño, llega al manicomio de Mondragón. Llega a Mondragón porque está obsesionada por el poeta allí recluido. Va todos los días y se asoma a las rejas para tratar de divisar a su poeta. Hoy no lo ha conseguido. Lola, más loca que Panero, estuvo follando hace unas páginas en un cementerio con un taxista de apellido Larrazábal.

Es un misterio para Amalfitano la aparición de un libro de Rafael Dieste en una de sus cajas. Se trata de Testamento Geométrico. No se explica Amalfitano cómo pudo aparecer ese libro allí. No es un volumen de poemas (Amalfitano cree recordar que Dieste es un poeta gallego o por lo menos, aquerenciado en Galicia desde hace años). Es, en efecto, un libro de geometría. La edición corresponde a un homenaje que le hacen a Dieste unos amigos. Veo los nombres de éstos e identifico a uno: Felipe Fernández Armesto, el autor de Historia de la comida, estupendo libro que hace poco me regaló Joaquín Marta Sosa y que jamás colgaré en el tendedero de ropa para hacer el homenaje que Amalfitano le hizo a Marcel Duchamp. Mi "Duchamp" está en el balcón. Es un freezer.

sábado, diciembre 18, 2004

La obra póstuma de Roberto Bolaño

18-12-04:

Comencé la lectura de 2666. Es algo fascinante. Me provoca colocar un cartel que diga: “Se agradece silencio. Estoy leyendo 2666”. Lo que más me provoca es que la gente al leer ese cartel se retire con respeto y se vaya a hacer lo mismo y que coloque un cartel idéntico. Y que por mucho tiempo todos en el mundo hagamos silencio porque estamos leyendo 2666, o dejando que otros lo hagan en larguísima y calmada entrega a unas páginas tan interminables como fecundas.

miércoles, diciembre 15, 2004

El cielo sea contigo esta mañana

15-12-04:

Los cielos múltiples, que dice María Zambrano.
Este cielo, aquél.
Mi cielo, tu cielo.
Los cielos de cada uno.
Nuestros cielos secretos.
Los cielos perdidos.
Los cielos imaginados.
Los cielos que pudieron haber sido.
Los otros cielos.
Los cielos de París con aguacero.
Los cielos borrascosos.
Los cielos de la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora.
Los cielos del Levante español.
Los cielos australes.
Los cielos de la locura.
Los cielos de la muerte.
Los cielos de Argensola:
cielos azules que todos vemos
y que no son ni cielos ni azules.
Los cielos de William Blake,
rayados como su tigre.
Los cielos que se caen.
Los cielos de Dante,
de nuestro Dante que está en los cielos.
Los cielos que me tienes prometidos.
Los cielitos lindos.
Los cielos de esmalte.
Los cielos del luciente honor gongorino.
Los cielos donde pascen estrellas.
Los cielos de Barquisimeto,
mis cielos.
Los cielos de Turner,
devastados,
tus cielos.
Todos los cielos, el cielo.
El cielo sea contigo está mañana.

lunes, diciembre 13, 2004

Felices los normales

13-12-04:

Felices los devorados por amores calcinantes.

Recuerdo un excelente poema de Fernández Retamar titulado “Felices los normales”, donde le pide a éstos que le den paso a “los que hacen los mundos y los sueños,/las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan/ y nos construyen”. Si los normales no lo hacen, habrá que ir abriéndose paso a pesar de ellos.

Paso es el paso del esperanzado en este mundo.

Paso es el paso de quienes todavía tienen intacto algún sueño.

domingo, diciembre 12, 2004

Carpentier centenario

El jueves pasado hicimos el foro sobre Carpentier. Sólo Lázaro y yo. Lázaro habló de la cocina y los alimentos en la obra de Carpentier. Se limitó a El reino de este mundo y tuvo que apelar a las obras de Lezama (tan querido por mí y por la UNEY) y de Sarduy, para completar una intervención de evidente interés para nuestros alumnos de Ciencia y Cultura de la Alimentación, que desde hace tiempo han escuchado hablar del banquete lezamiano. Por momentos me pareció que Lázaro, como cocinero habilidoso, rellenaba su texto con las referencias a Sarduy y a Lezama, a falta de una buena consulta en los libros del novelista centenario. Poco Carpentier. Y mucho Lezama. Y mucho Sarduy. Me vi obligado a comentar después que otras novelas de Carpentier contienen referencias interesantes a la cocina. Y, específicamente, al tema de la cocina y el poder, aludido por Lázaro. Es el caso de El recurso del método, en la que el dictador, rastacuero y buen diente, se hace acompañar de su cocinera en su exilio parisino. Mencioné que, precisamente, una alumna mía de Literatura y Gastronomía está haciendo un trabajo sobre esa novela. Es el caso, además, de La consagración de la primavera, en cuyas páginas se habla de “la casuística del ñame”, para no mencionar El acoso, donde lo que no se come tiene alguna presencia. También recordé que Carpentier había escrito algunas páginas reflexivas sobre la cocina.

Por mi parte hablé de Carpentier y su compromiso político. Leí fragmentos de entrevistas y de artículos del cubano para respaldarme. Lo hice porque el foro era no sólo sobre la obra de Carpentier. Era también sobre su vida. Mi intervención antecedió a la de Lázaro. Quise con ella recordar la labor editorial de Carpentier en los primeros años de la revolución cubana, así como su planteamiento contundente acerca del rol ciudadano de los escritores. Una frase de Carpentier justificaba esa referencia: "en el año 59 volví a escuchar las voces de mi adolescencia. Por eso retorné a Cuba y dejé mi cómoda vida caraqueña. Me fui a trabajar por mi pueblo".

En la sala había oídos. Algunos de ellos, venezolanamente sordos, estaban a mi lado.

jueves, diciembre 09, 2004

Y por el norte, el mar de las Antillas

09-12-04:

Y por el norte, el mar de las Antillas. Es el título del bellísimo texto que Eduardo Gil nos mostró el domingo pasado en el Teresa Carreño, mientras los relatores de las diversas mesas se querellaban por puntos, comas o por algo más grave: falsificaciones de la relatoría.

Eduardo escribió una página y media donde recobra un momento estelar de su vida: la primera clase de geografía de Venezuela que le escuchó a su maestra.

Eduardo Emilio, desde los Andes, imagina un mar desconocido. Se lo lleva a su casa y lo atesora por años y años hasta el día en que decide escribirlo. Ahora ese mar no es sólo suyo.

Curioso: hace poco recordaba yo el título de un cuento de la fallecida Esdras Parra: Por el norte, el mar de las Antillas. Es la poesía desbordando los límites.